5 de diciembre de 2025

FIGUERUELA DE ABAJO. TIERRA DE UN MISIONERO ESPAÑOL EN SIRIA


Fray Romualdo Fernández Ferreira

V-XII-MMXXV

El próximo 14 de diciembre, Figueruela de Abajo tributará un homenaje a fray Romualdo Fernández Ferreira, uno de sus hijos ilustres, al conmemorarse el décimo aniversario de su fallecimiento en el Hospital Francés de Damasco.

Como la biografía del fraile zamorano se puede encontrar en los medios digitales sin problema alguno, se me antoja dejar que broten unas palabras que reflejen mi experiencia a su lado recorriendo Siria en el año 2000. Haciendo justicia a su memoria y a ese homenaje que las buenas gentes de Figueruela le van a tributar, me siento obligado a dar fe de ese amor incondicional que el padre Romualdo mantuvo a lo largo de su vida hacia los surcos de la tierra que lo vio partir a los trece años camino de su destino vocacional en las tierras del oriente.

Viajando por Siria, al pernoctar y convivir con los frailes en los distintos conventos de la Custodia Franciscana de Tierra Santa, recibí una de las grandes lecciones de la vida, cuando pude percibir que la humildad de los hijos del Santo de Asís se dejaba ver en los gestos caritativos al socorrer a quienes se acercaban a ellos demandando ayuda sin tener en cuenta la religión que profesasen.

Al lado de fray Romualdo visité las ciudades muertas del noroeste de Siria donde él desarrolló una labor impresionante como arqueólogo experto en el arte bizantino. Posiblemente sus trabajos e investigaciones, junto al fraile italiano P. Castellana y al español Ignacio Peña, cobren en un futuro cercano la importancia que ostentan, al ser ahora testimonio relevante de lo que la guerra ha destruido.

Fray Romualdo me mostró los vestigios de aquellos pueblos cristianos de los primeros siglos de nuestra era, que se diseminaban por un vasto y extenso paisaje sobre el que las espadañas de las iglesias erguían su frente queriendo besar las alturas. Sus eruditas explicaciones sobre lo que él investigaba en aquellas interesantes ruinas causaban una emoción sublime e inenarrable. Después de haber visitado las ruinas de la basílica de San Simeón el Estilita, fray Romualdo me llevó hacia un territorio árido a través de un corredor entre montículos. Allí me pidió ayuda para retirar los zarzales que se amontonaban en un rincón de aquel desértico secarral. Detrás de las malezas apareció un pequeño hueco que escondía tras él un auténtico tesoro que fray Romualdo identificó como una tumba original de la época de Cristo.

Me explicó que aquel hallazgo, que nada más conocían los tres estudiosos frailes, debía ser escondido hasta que lo tuviesen suficientemente documentado. Después darían cuenta de su localización a las autoridades para que hiciesen con la tumba lo que considerasen oportuno.

En Siria pude ver cómo era querido y respetado por las religiones cristianas no católicas del país y cómo era recibido en los museos y mezquitas musulmanas con un cariñoso respeto, digno solo de los grandes hombres que saben empatizar con quienes se encuentran en el camino.

Durante su larga enfermedad, el jefe de negocios de la embajada de España en el Líbano, cuando le hice saber que el único misionero español que quedaba en Siria estaba ingresado en un hospital, adelantó el viaje que tenía previsto a la ciudad damasquina. A su regreso a Beirut me llamaba desde el coche oficial para decirme que no le cabía en el alma tanta emoción, pues además de los cuidadores que le habían puesto de forma permanente los franciscanos, vio a varias personas a la puerta esperando para poder visitarlo, cosa que, según le comunicaron, ocurría todos los días.

Fray Romualdo, durante aquellos largos meses en los que sufría un coma irreversible, fue alimentado a través de una sonda nasogástrica cuya comida facilitaba la gente que la preparaba en sus propias casas como muestra del cariño que le tenían.

Reincidía aquel amable diplomático desde el Líbano en hacernos ver que teníamos que desistir en el empeño por traerlo a España, pues aquí difícilmente podría ser atendido como en aquel hospital de Damasco.

Por aquel tiempo, el fraile que lo había sustituido en los importantes cargos que fray Romualdo ostentaba vino a Madrid para hacernos saber que los franciscanos nunca lo dejarían salir de Siria, pues fray Romualdo había dado instrucciones de que ante cualquier percance que sucediese debería ser enterrado en el Memorial San Pablo, que él había reconstruido años atrás por encargo de la Custodia Franciscana de Tierra Santa.

Durante estos años, desde su fallecimiento, descubrí cómo los frailes españoles de la Custodia Franciscana de Tierra Santa, al mencionar a fray Romualdo, recuerdan a su Figueruela de Abajo, porque siempre el pueblo alistano salía de forma constante en las conversaciones que mantenían.

En un vídeo que la hermandad Franciscana del Cristo de la Humildad de Salamanca está realizando actualmente (hermandad nacida por la influencia de fray Romualdo),  los frailes que aportan su testimonio desde distintos lugares de España e Israel mencionan a Figueruela de Abajo, porque, según ellos, aquel pueblo sencillo que emana del corazón de Aliste era parte inseparable del aliento que sostenía a Romualdo Fernández Ferreira lejos de su amada tierra.

Solo por esto fray Romualdo merece ese homenaje sencillo, del que dejará constancia la placa que se descubrirá en las paredes de la iglesia de Figueruela de Abajo, para que la memoria del tiempo recuerde a quien, según los franciscanos, fue un ángel de paz, pequeño, pero con un corazón grandioso.

Publicado en la Crónica de Salamanca: https://lacronicadesalamanca.com/650162-figueruela-de-abajo-tierra-de-un-misionero-espanol-en-siria/

 

Una procesión en Siria hizo posible la Hermandad Franciscana


Entierro de fray Romualdo. Damascp


V.XII.MMXXV

Dentro de unos días se cumple el décimo aniversario del fallecimiento en Siria del misionero zamorano de la Custodia Franciscana de Tierra Santa, fray Romualdo Fernández Ferreira.

A cuenta de ese aniversario alguien me pregunta por qué decimos que este fraile, del que tuve la gran fortuna de ser amigo más que familiar, tuvo tanta importancia en la fundación de la Hermandad Franciscana del Santísimo Cristo de la Humildad de Salamanca, cuando esta inicia sus primeros pasos un año después de su muerte.

Tendría que remontarme a una época en la que  fray Romualdo comenzó a hablarme de la persecución que sufren los cristianos en el mundo, mientras hacía una crítica muy dura al silencio institucional guardado por los gobiernos del primer mundo ante este hecho tan dramático que asola a la cristiandad en demasiadas partes del planeta. Haciéndome reflexionar sobre lo que estaba ocurriendo con los cristianos iraquíes, me concienció para que denunciase donde me fuese posible estos hechos criminales tan callados por algunas ONG´s que alardean de defender como justificación de su existencia los derechos humanos.

En su última visita a España, fray Romualdo traía con él en su maleta de sentimientos una desazón profunda por la guerra tan dramática que comenzaba a sufrir Siria. En una larga e inolvidable exposición unía a su pesadumbre por la guerra y la persecución sufrida por los cristianos la ayuda que precisaba la Custodia Franciscana de Tierra Santa para poder seguir manteniendo su misión fraternal en todos los países que acogen su gran aportación apostólica y humanitaria por las tierras del oriente.

A partir de aquella conversación, en nuestros frecuentes diálogos telefónicos aparecía con mucho énfasis aquella demanda de ayuda a Tierra Santa, intentando concienciarme para que me involucrase en tal asunto a través de mis columnas periodísticas y apariciones en público.

Cuando le preguntaba, en una de nuestras últimas charlas, cómo podía ayudar a los cristianos de Tierra Santa, pues no se me ocurría nada por más que pensaba en ello, su  respuesta fue tan extraña e incomprensible que aún sigue taladrándome los sentidos cuando la recuerdo: Ya te dirá Él lo que tienes que hacer.

Esas palabras cobraron fuerza cuando la enfermedad lo abrazó con un coma irreversible que le llevó a la muerte después de varios meses de sufrimiento. En muchas ocasiones, mientras recibía información de su estado de salud desde el hospital francés de Damasco, aquellas palabras seguían dentro de mí generándome cierto desasosiego ya que, por más que intenté diseñar proyectos y propuestas seguramente absurdas, no percibía sugerencia alguna de quien, según fray Romualdo,  debía llegarme algún tipo de iluminación.

Fue al visionar uno de los videos de su funeral cuando sentí, emocionado, muy emocionado,   una clarividencia que desentrañaba por fin aquellas palabras grabadas en la orla más profunda de los misterios.

Al salir del templo, en procesión, los primeros fieles que portaban el féretro de fray Romualdo después de haber abarrotado la iglesia del Memorial San Pablo de Damasco, junto a obispos, de nuestra Iglesia y de todas las Iglesias cristianas no católicas de Siria, comenzó a tocar una banda de tambores y trompetas.

Fue ese momento en el que aquellas palabras que me atosigaron varios meses cobraron sentido, al caer en la cuenta de que el modo en que se podía ayudar a Tierra Santa era creando una cofradía que vistiese la austeridad de aquella procesión en la que fray Romualdo era uno de esos cristos que nacen para entregarse a sus semejantes con esa humildad que solo pueden vestir los seres humanos que tienen la misión de nacer para amar.

El problema, el único y gran problema era vencer la crítica que siempre mantuve hacia la creación de nuevas cofradías. Otro y muy importante era dar con las personas idóneas que apoyasen el proyecto de una hermandad en la que su procesión fuese lo menos significativo. La caridad siempre por encima de una procesión.

El tiempo fue lentamente poniendo las cosas en su sitio y, gracias a los siete compañeros y amigos promotores de la idea y a una primera junta directiva inexperta pero llena de gracia en el fiel compromiso con Tierra Santa, la Hermandad Franciscana comenzó su andadura.

Hoy la actual Junta Directiva capitaneada por nuestro hermano mayor, Francisco Javier Blázquez Vicente, sigue encendiendo la antorcha de la fraternidad a través de una labor encomiable cuando estamos en vísperas de festejar los diez años de existencia.

Me siento felizmente orgulloso al ver cómo esta Hermandad sencilla ha donado a la Custodia Franciscana de los Santos Lugares a lo largo de estos diez años de existencia, más dinero del que hubo que invertirse en imágenes y en todos los ornamentos necesarios para llevar a cabo esa procesión, que es simplemente, frente a la caridad que ha de ejercerse, solo un símbolo de la propia humildad franciscana.

La sepultura de fray Romualdo se encuentra dentro del memorial San Pablo de Damasco, donde él diseñó la capilla que, al lado de los restos de una calzada romana, muestra el lugar exacto donde San Pablo se convirtió cuando intentaba entrar en Damasco para perseguir a los primeros cristianos. En ese lugar, por encargo del Papa Pablo VI, se construyó una iglesia con forma de tienda de campaña y en los aposentos del propio memorial, fray Romualdo recibió al Papa Juan Pablo II cuando visitó Siria en el año 2001.

Para recordar la efeméride que marca esta primera década de su fallecimiento, el día 14 de este mes, el Ayuntamiento alistano de Figueruela de Arriba entregará a sus sobrinos el documento que da fe de haber nombrado a Romualdo Fernández Ferreira hijo predilecto  de Figueruela de Abajo. En su honor se descubrirá una placa que recordará para siempre a quien, partiendo de aquella tierra con solo trece años, se entregó a los demás desde la Custodia Franciscana de Tierra Santa, en diversos países del oriente.

La eucaristía que se llevará a cabo en la iglesia de Santiago Apóstol de Figueruela de Abajo será oficiada por el sacerdote Manuel Muiños que es, además de presidente nacional de Proyecto Hombre, hermano de la Hermandad Franciscana del Santísimo Cristo de la Humildad.

Publicado en Pasión en Salamanca: https://www.pasionensalamanca.com/2025/12/una-procesion-en-siria-hizo-posible-la.html

17 de noviembre de 2025

Listas de espera o la desesperación de las listas

 

Dibujo:jmfc


J. M. Ferreira Cunquero

En esta pobre tierra, terca y abrupta, se multiplican desde siempre los surcos que expanden zarzales e inmensa maleza de dejadez, parsimonia y pasotismo. Solo cuando la zorra nos entra en el corral, caemos en la cuenta de que somos meros comparsas o avezados palmeros de una indiferencia que ha olvidado gritar desde hace tiempo, demasiado tiempo, nuestro propio nombre.

Da lo mismo si el carromato nos lo venden sin ruedas a la hora de confiar en quienes, desde la época del señor Padre Putas, reciben la nómina (tiene wuewos la cosa) que pagamos por dirigir y acomodar nuestro cabreo.

Pese a todo lo ocurrido con los incendios de la Sierra de la Culebra (hogar de mi sangre y querencia) por mucho asco y coraje que nos dé, el morral volverá a colgarse de los mismos hombros políticos, con toda la casquería sorprendente y misteriosa de una desidia que una y otra vez regalamos como si tal cosa.

Y es que aquí la tradición, como una orquesta, toca los mismos ritmos políticos desde los años del longevo Matusalén, mientras escuchamos la repetitiva canción de las cuatro ridículas promesas, que una y otra vez acaparan ese voto característico que nos retrata en la foto del nos da igual.

La sanidad pública marca y enmarca a los culpables de su desastre con tanta certeza, que deberían ser clara diana para disparar hacia ella nuestro descontento en forma de una descomunal protesta, que al menos pueda paliar el daño que nos suministran en bandejas estratosféricas de ofrendas y mentiras.

Sí, ya sabemos que la cosa política en estos tiempos amontona a demasiados chupachollos en los escaños de la incapacidad más alevosa de toda la historia de la joven democracia que vestimos. Solo hay que abrir la hemeroteca de estos desastrosos años, para descubrir que estamos rodeados de tracaleros y verdaderos artistas de la insolvencia más absoluta que pudiéramos imaginar.

Cuando en urgencias una amabilísima doctora te cuenta que ha de asumir dos o tres puestos de trabajo y que posiblemente por tal cosa te ves aparcado en una procesión de sillas de ruedas en un pasillo, te preguntas ¿de qué va esto?

Y si a esa amabilidad de los sanitarios (cosa que reconozco con el mayor de los énfasis) la dejas en evidencia con tus preguntas, te responden: No entendemos cómo no se organizan ustedes para poner denuncias masivas contra este atropello que estamos sufriendo todos.

La traca final estalla en el menguado confort de uno mismo cuando te ves atrapado en las más que famosas, redundantes y lamentables listas de espera. Cuando un especialista pone en sus palabras una posible cirugía, los cachipuelos del acojono te cercan como cosa natural gracias a la endeblez humana que nos bendice, pero cuando te hacen saber que la prueba que ha de confirmar la sospecha del dictamen lleva la indicación de preferente, respiras hondo sintiéndote un ser privilegiado dentro de la inmensa enredadera público sanitaria.

Luego una borrachera de realidad te empaña los cristales de la esperanza cuando te informan de que, por mucha preferencia que conste, han de pasar un montón de meses hasta que llegue esa prueba. Es entonces cuando dentro de ti prolifera un torrente de impaciencia incontrolada y la mala leche se pone a cocer al pronto, promoviendo deseos de patear tu sombra.

Otra vez alguien del hospital, a través del teléfono, con un cariño y comprensión digna de ser resaltada, te aconseja que, si te puedes permitir el lujo de llamar a la puerta de las clínicas privadas, pases por taquilla para aminorar la larga espera que te bendice como un cataclismo.

Entonces se te viene a la mente una amiga que, con un cáncer de mama detectado, fue aparcada en una de esas listas de la desesperación, viviendo varios meses de insomnio y miedo. Y vuelve al recuerdo ese otro amigo de juventud que anda por ahí llevando desde hace varios meses una bolsa de orina que le tiene sumido en las más oscuras y turbulentas aguas de la impotencia. Y rescato de la memoria más reciente a otro conocido que, soportando un dolor inaguantable, con continuas visitas a urgencias, tuvo que esperar varios meses hasta que por fin pudo cruzar la puerta de un quirófano.

Ante toda esta mierda sanitaria que sufren profesionales y pacientes, ¿no es llegada la hora de que expresemos el hartazgo que sufrimos?, ¿no sería ya el momento en que todos los que formamos parte de esas insufribles listas de espera demos el golpe sobre la mesilla de los culpables?

No es lo mismo asimilar fríos números en estadísticas muertas y bien manejadas por las artes del engaño, que dejarse ver en la calle miles de ciudadanos que con su pasta mantienen el tinglado sanitario y a quienes lo desgobiernan.

Pero la realidad nos hace reconocer que, en esta tierra, si fuésemos convocados a una protesta de pacientes inmersos en esas alargadas listas de espera, como dice mi amigo y compañero de fatigas, Heli primero el grande, volveríamos a reunirnos los cuatro solidarios amiguetes que damos el coñazo desde siempre con la gaita protestona del cabreo.

Eso sí, vendrá cualquier chupachuflas del montaje digital de las influencias y los paisanos de la cosa banal reventarán la plaza con su multitudinaria asistencia, para reincidir en mostrarnos la lamentable  sociedad parasito cañí que nos bendice.

21 de octubre de 2025

Sanidad pública y la chupandurria política

 


21.10.2025

A los médicos y enfermeras de mi familia
y a todos los que amando la profesión sanitaria cuidan de nosotros...

No se puede negar que el super clínico universitario de Salamanca se muestra como una espectacular construcción, por su atractiva y aparente modernidad. Claro que, de un hospital, más que la apariencia, lo que precisa contener en sus adentros es sabiduría y buena respuesta a las necesidades sanitarias de quienes somos sus dueños y señores por haber pagado el invento.

Los políticos y toda la banda de la mamandurria seguramente sacasen pecho inaugural con risas de autosatisfacción, mientras pasaban viejas facturas, a nombre de contrincantes y obsesivos ciudadanos en eso de la protesta inconformista ante el cochambroso estado sanitario que por estas tierras reluce más que el sol que dora sus espigas.

Y para justificar tal afirmación se me viene al recuerdo ese amigo de juventud que hace unos días me mostraba desesperado la bolsa de orina que lo lleva y lo trae martirizado entre infecciones y escapes de licores urinarios, mientras pasa los meses como si tal cosa en una lista de espera que le está machacando la vida.

El caso es que mi reconocimiento agradecido hacia todo lo que tiene que ver con el personal profesional sanitario (y meto en el mismo baúl a quienes visten bata blanca, traje de celador o mono de faena) lo mantengo desde siempre y desde siempre dejé constancia de tal opinión en los medios que acogieron a lo largo de los años, de muchos años, las palabras que salieron de esta pluma que por vieja anda ya cojitrancamente cansada.

Claro que entre tanto grano es posible que tengamos la desgracia de toparnos con ese personaje sombrío que puede joderte la visita hospitalaria.

Pero la excepción no puede emborronar lo que frecuentemente es digno de ser valorado en ese trato que recibimos y merecemos, vuelvo a reincidir, como empresarios que somos todos de la cosa medical público sanitaria.

Fijé mi diana muchas veces en quienes logran, por incompetencia, desorganizar el tinglado sanitario por el simple hecho de llegar al mismo sin tener pajolera idea del asunto.  Pero sobre todo mi punto de mira se colgó de los políticos que nombran a toda esa banda de ineptos que viven bajo la nómina que sale de los bolsillos ciudadanos. Políticos que, mostrándose como valedores de la ineficacia más lamentable que puede padecerse, buscan en el parche palabrero y buscavotos fórmulas propias de tracaleros que ansían seguir chupando del bote que mantiene, vía impuestos, privilegios y chupandurrias.

Y mira por dónde, ese hospital grandioso, exuberante y novísimo, hace unos días me dejó verle las tripas inaceptablemente asumibles en su barraca de urgencias. Lo de menos son las seis horas que estuve en aquella estancia estilo camarote de los hermanos Marx, ya que otra gente hablaba de diez o más horas. Horas que, entre pruebas y usos indebidos de aquel departamento, gracias a un proceso de listas plomizamente alargadas en la medicina general, hace que el tiempo allí gastado no deba ser tenido en cuenta.

Aquel espacio me recordó por un momento las cutres salas de espera de las estaciones del ferrocarril, cuando, amontonados como sumisos viajeros de la tercera clase, tomábamos asiento sobre las endebles maletas de cartón raído. Aunque he de reconocer que la limpieza, la luz y la calefacción nada tienen que ver con aquellas estancias ferroviarias que separaban a la gente por clases sociales bajo la bendición de una dictadura.

Escribí muchas veces, por otras experiencias vividas en el vetusto clínico derribado, aquello de que las horas de hospital paralizan el tiempo, pero dan grandes dosis de reflexión y experiencia.

Y volví a sentir lo mismo. Otra vez jóvenes médicos, muy jóvenes, así como jóvenes enfermeras, muy jóvenes, resarcieron con su profesionalidad y atenciones el sufrimiento de una tediosa pernoctación en una sala de espera abarrotada y un pasillo donde, aparcados como camionetas sin destino, se amontonaban camillas y sillas de rueda: una visión tercermundista en un hospital con perfume a inauguración reciente.

¡Recoña! que avisen que para ir al hospital de marras los acompañantes han de llevar de casa una silla o una almohada para sentarse en el suelo. Si no se hace esto, es posible que sea necesario volver a urgencias con el pobre acompañante que se jodió la cadera gracias a las horas que estuvo de pie.

Que en pleno siglo XXI haya que pasar por una tortura tan demencial en un espacio hospitalario recientemente construido, es para señalar a quienes, con nuestra pasta, diseñaron tal engendro, y pasarles la correspondiente factura.

¿Pero cómo es posible que en un hospital recientemente inaugurado no se tuviera la previsión del número de usuarios que podrían acudir demandando ayuda urgente?

No quiero ni imaginarme qué puede ocurrir cuando la gripe cabalgue masivamente en próximas fechas por esos pasillos donde huele a cabreo y derroche interminable de paciencia.

Sí puedo imaginar a los profesionales de la medicina en ese departamento de urgencias sufriendo el acoso y todas las situaciones propias de unas inadmisibles condiciones de trabajo. Médicos y enfermeras por lo que viví hace unos días, se dan con todo lo que tienen, dejando patente su disgusto ante lo que, ajeno a su responsabilidad, sigue en esta tierra, como siempre, dando el cante.

Por esto me sigo situando en el balcón del alma con mi aplauso hacia ellos, agradecido, y repudiando a quienes ejercen violencia o cualquier tipo de amenaza por haberse doctorado como médicos transitorios de este tiempo en las demenciales facultades de Internet.

 

 

 

 

 

 

 

4 de octubre de 2025

TUNANTES DE SALAMANCA Y REGRESO AL HOMBRE- Nuevo libro de J. M. Ferreira Cunquero



 PRESENTACIÓN EN SALAMANCA                                                             Acompañan al autor:

Jueves 9 de octubre a las 20:00 horas               Asunción Escribano. Poeta. Catedrática de la UPSA   

Sala de la Palabra (Tetaro Liceo)                            Manuel Muiños. Presidente de Proyecto Hombre 


El escritor y poeta salmantino José Manuel Ferreira Cunquero presenta, en una nueva obra, su décimo tercer poemario y un libro de relatos. La edición de Tunantes de Salamanca y Regreso al hombre ha sido llevada a cabo por la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes del Ayuntamiento, para ser donada a la ONG salmantina Proyecto Hombre.

TUNANTES DE SALAMANCA

Los relatos refieren aventuras vividas en Salamanca por pícaros de escasa fortuna, que seguramente recorrieron sus calles al finalizar la Edad Media.

Desde la ficción creativa, las narraciones dejan constancia de inventos y listezas propias de quienes, para tener sustento, debían agudizar las artes del ingenio o rebelarse ante la injusticia que por aquellos años abrazaba a los más débiles.

Estos relatos intentan mostrar una época en la que el hambre, la incultura y la búsqueda de la dignidad despertaban, para poder vivir, la astucia y la inteligencia.

REGRESO AL HOMBRE

Las vivencias del autor, como voluntario de Proyecto Hombre Salamanca, dejan constancia de su desazón al ser testigo de la desventura humana que decapita la dignidad de quienes se dejan asir por una de las enfermedades más crueles de este tiempo: las adicciones.

Los primeros poemas enfocan, desde una perspectiva de cercanía, la derrota y la propia humillación que sufre quien se deja atrapar en las huidas que conducen hacia la destrucción y la nada.

El segundo apartado del poemario da fe de cómo, quienes son capaces de salir del pozo aterrador de los silencios, nos convocan a todos a la apoteosis de la esperanza.

Cada alta terapéutica justifica la enorme y fructífera labor que esta institución salmantina lleva a cabo, gracias a sus terapeutas, médicos colaboradores y voluntarios.

18 de agosto de 2025

Aliste en el alma de la poeta Esther Ferreira Leonís

 

 

 



 

La poeta zamorana, Esther Ferreira Leonís, presentará en Figueruela de Abajo su libro Desnudos en la morera.

Es un poemario nacido de la raíz que encarna, desde lo más profundo del alma de la escritora, su amor por Aliste.

Los poemas, en castellano y portugués, nos adentran en esa paz existencial que evoca desde el sentimiento vivencias y remembranzas, surgidas como esquejes de una pertenencia vital a las tierras zamoranas de la raya. 

Esther Ferreira nos hace regresar con este poemario a los fundamentos de la herencia emocional, que evoca el surco alistano como parte inseparable de un aliento poético que nos atrapa en un cosmos de bellezas, entre descripciones metafóricas y etéreas musicalidades.

Desnudos en la morera puede ser ese libro, con pálpito de esencias tradicionales, que nos ayude a despertar de nuevo en los rizomas de esa tradición que Aliste atesora con una naturalidad que es signo de un patrimonio que exige, por su importancia, ser protegido.

El libro ha sido editado por la asociación cultural zamorana Sabaria y será presentado en Figueruela de Abajo por la filóloga Lola Fidalgo el próximo día 20 a las 20:30 horas.

J. R. García

25 de julio de 2025

Por julio regreso a Aliste

 


Iglesia de Figueruela de Abajo (Zamora)


Tal día como hoy hace decenas de años vivía el momento más emocionante del año, cuando en Figueruela de Abajo disfrutábamos de su día grande. La fiesta de Santiago  Apóstol era sin duda el acontecimiento más importante de aquella niñez que a veces dudo si existió en algún espacio del tiempo. 

¿Cómo era posible tanta felicidad?

Publicado en en el año... en 

 

J .M. Ferreira Cunquero

          Al iniciarse julio, cada año, Zamora vuelve a incendiar en lo más profundo de mi memoria la permanente fogata de mis pertenencias.

         Todavía en Salamanca no entienden los allegados cómo puedo, sin haber vivido jamás en las tierras zamoranas, mantener fresco y permanente un afecto tan enamorado de una tierra que sólo alimentó (me apostillan) en sus surcos mis raíces. No pueden entender que, en mis libros, siempre vaya un poema dedicado al hogar sencillo del interior más calmo y sincero que, en la mi Zamora, existe como una parte indivisible, pegada siempre a las páginas indispensables que va escribiendo con extremada avidez el tiempo.  

Por haber sido sus pechos la fuente primera que amamantó mi aventura, le dedico unos versos en mi último libro, a la “pastorcita” más especial que para mí tuvo Aliste en toda su historia. Jesús Hilario Tundidor, al recibir tan humilde poemario, me expresa su emoción, por descubrir signos de sintonía con un poema que pariese su ilustre pluma hace años.

De estas cuitas, nace esta necesidad por escribir, pensando en mi madre, unas letras que puedan recordar, una vez más, a todos los rapaces y rapazas que por la Sierra de la Culebra perdieron la mocedad en aquellos lugares silenciosos donde, al anochecer, descendía del cielo más estrellado un edredón, quizás religioso, arropándoles el miedo. Como mi madre, Ana, decenas de “rapacicos” vivían de forma permanente en el monte. Aquel sistema de vida, que hoy puede parecernos absurdo, sustentaba unas arcaicas y obsoletas creencias que, trasmitidas de padres a hijos, se trasformaban en un código hereditario familiar de obligado cumplimiento. Mientras que mi abuelo Santiago (carabinero de fronteras), por haber corrido mundo, introdujo nuevas fórmulas para exprimir el campo con mayor beneficio, y otras maneras más acordes para explotar el ganado, hubo muchas familias, como la de mi madre, que se resistieron a entrar en aquellos atrevidos cambios que osaban, entre otras cosas, dar cobijo en los corrales por la noche a las ovejas.

Mi madre, como toda aquella “rapaciada” de su época, tuvo la desgracia de pertenecer al grupo más conservador, a la hora de mantener intactas las costumbres. Pero ella guarda como un tesoro en el rostro, del padre sol alistano su esencia y del viento rumor que en Peña Mira es un grito, la piel curtida por su limpieza palpable.

Como mujer alistana, viste con dulzura el conformismo y cual, si fuera una espiga vital el pasado, acepta sin preguntarse qué hacia con doce años en aquella soledad del monte, descifrando las primeras incógnitas de su existencia.

Quizás, al llegar el festejo de Santiago Apóstol, es cuando más insistentemente aguijonea la sangre las frágiles sedas del alma. Regreso a Figueruela de Abajo, a revivir el despertar del día, entre sonidos de potes y perfumes inolvidables de brezos y jaras. Las voces de los abuelos subiendo de la cocina al “sobrao”, con la magia intocable que sigue bebiendo en el vasar de los recuerdos, entre neblinas, donde una moral yergue desde siempre sus verdes junto al fresco portal de la iglesia.

Julio, ya digo, es un mes dolorosamente especial que me ata inconfundiblemente a Zamora, como me ata en primavera ese incomparable Miércoles Santo, cuando la noche abre sus carnes oscuras y, embelesados en su sombra cofrade, silenciosos penitentes se entregan a meditar el camino, la dura vereda de la verdad y del hombre. Zamora rendida, trasformada en Calvario inimitable de piedra, lugar amado, como pasión viva, que vuelve, que torna a la sierra, junto a mi madre, junto a todos los hombres y mujeres que en Aliste fueron pastores, silenciosos hijos de la madre tierra. Al anochecer cuando “Peña Mira”/ por Aliste clave en el círculo lunar sus dedos/ escucharé la sinfonía, aullido de los lobos,/ y monte adentro cuando el terror se pegue/ como huella de cieno a la espalda/ buscaré a mi madre y gritaré por ella…/

 

14 de abril de 2025

Más que travesuras

  Artículos periodísticos

EL CAJÓN DE LOS RUIDOS

Son algo más que pequeñas anécdotas, más que travesuras propias de adolescentes. No pueden calificarse como insignificantes incidencias, tratando de justificar la dejadez asombrosa de este tiempo, que ha ido mutando su escala de valores en esa búsqueda falsa de un aparente sosiego que nos conduce a un fracaso social sin precedentes.

Algo debemos hacer con premura para sanear las aulas, erradicando todo tipo de acoso y violencia.

La familia, como núcleo, es un insustituible bastión educacional, pero posiblemente uno de los problemas resida en que muchos padres irresponsablemente, haciendo dejación de sus funciones, colaboran en ese incierto camino de la facilidad, en el que se gradúan al poco de nacer los más pequeños. Son este tipo de padres consentidores quienes deberían ser educados, antes que los mozalbetes, por lo menos para no caer en la trampa que puede cegarles oscureciéndoles la realidad. Ver a esos progenitores transformados en vulgares matones de la edad media, cuando el profesor de turno censura cualquier acción de sus niñitos mal criados, debería, cuando menos, ruborizarnos sin excepción a todos. Los profesores indiscutiblemente tienen que exhibir dentro de las aulas una autoridad, que debe ser defendida por todos los mecanismos que sean necesarios, hasta hacer comprender a esos grupos de pequeños mafiosos adolescentes que la sociedad tiene elementos para demoler sus bravuconadas. 

El profesorado esta sometido a unas pautas que controlan sus excesos o extralimitaciones dentro del ámbito de la enseñanza, y ejemplos los hemos conocido de todas clases. Es más, muchos profesores viven bajo el imperio de un terror paralizante, derivado de esa violencia sorda que, en determinados centros, extiende su red como una tela de araña propia de la época cavernícola. Por otro lado, es demasiado fácil que se suscite, ante cualquier medida disciplinaria, la denuncia que penaliza al profesional, a veces desde un sinsentido que fragua los demenciales intereses de la masa borreguil constituida por muchos incompetentes progenitores que tienen a sus hijos por seres intocables.

Ya sabemos que puede ser muy injusto generalizar cuando se toca esta complicada temática que cada vez va mostrándose en casos concretos con más virulencia. Pero si a este acoso sufrido por los profesores, unimos el que padecen ciertos chavales indefensos, es posible que este conflicto que pisotea los derechos más básicos de la persona necesite una rápida actuación de quienes gozan de los privilegios que da el poder institucional para dictar normas de convivencia.

Los alumnos violentos, pese a sus acciones reprobables no pueden ser tampoco -por muy bestias que nos parezcan- desechados socialmente o recluidos, como si fueran perros rabiosos, en correccionales que, más que educar, pueden marcarlos con la exclusión que encasilla en lugares sin salida el futuro.

Reconocido esto y, ante la golosina promocional de un consumismo despiadado, que nos va metiendo en su cadena de montaje cual si fuéramos auténticos monigotes del ferial capitalista, sólo nos queda exigir que se establezcan cauces educadores en los cimientos más básicos de la sociedad; tarea complicada cuando el choque de intereses mercantiles de todo tipo trata de hacernos partícipes de un plan que promueve la incomunicación y el egoísmo de fondo, que alimenta estas situaciones tan lamentables. Lo que se lleva es que para que no nos moleste el nene le arreamos unas buenas dosis de video-consola o teletontería y oye… qué tranquilos vivimos. 


Publicado en el diario El Adelanto de Salamanca el 11 de octubre del año 2007





18 de febrero de 2025

Roedores en el cine

 Artículos periodísticos

EL CAJÓN DE LOS RUIDOS

 



      

          Era verano. Un día de esos de julio en los que el sol de fuego te quema hasta la sombra. Como ya tengo aprendido que en esas tardes calurosas, los cines son muy cómodos para pasar a la fresca dos horas, me fui con un amigo a ver una de esas películas intranscendentes que valen para entretener el rato sin comerte el coco.

          Mientras daba comienzo la sesión nos dio por recordar tiempos pasados, en los cuales las salas cinematográficas eran insoportables por el calor que en ellas se pasaba.

          Pues mira por donde, nos quedamos de repente a oscuras, con las luces de emergencia. Como en todas las salas pasó lo mismo por un fallo eléctrico, comenzamos a sudar de tal forma que recordamos y revivimos tiempos anteriores a lo bestia. El gafe de nuestra conversación nos hizo saber de nuevo que los acomodos de este tiempo nos han hecho frágiles muñecos de algodón.

A pesar de esta anécdota defiendo que el cine hoy es un espectáculo sin paliativos. Incluso en una película mediocre, simplemente por el sonido si la música es medianamente aceptable, y la fotografía que hoy es más que digna, pues no se pierde el tiempo. Si por el contrario damos con una de esas cintas inolvidables que todos los años llegan a las pantallas, pues la diversión es completa e inigualable.

         Lo único que me saca de mis casillas y me desazona, encabronándome, es ese ruido de bolsas y palomitas que parecen no acabarse nunca. La moda americana de mascar y roer jodiendo el silencio de los demás, me resulta insoportable. Y todavía cuando das con gente que tiene cierta educación la cosa es pasable a medias. Estos aprovechan la música o los efectos especiales ruidosos para atacar la bolsa de turno con suma rapidez. Pero a otros como les importa un carajo si molestan o no, van y te mascan como si fuera chicle revenido las inacabables palomitas, sorbiendo de la maldita paja el refresco como auténticos gochos de establo.

         Por todo esto, suelo preguntar en taquilla siempre, cuánto tiempo le queda al largometraje en cartelera, para de esta forma programarme el día en que debo acudir al cine. De esta manera, tengo la ilusión de acertar quitándome del medio la molestia de quienes parece que no han comido en la vida.

         La mayoría de las veces me ha salido bien la jugada porque, cuando las películas llevan mucho tiempo, en la primera sesión se suele estar en familia. Como además suelo ir justo a la hora que empieza la proyección, escojo un lugar distante de cualquier ser humano que pueda amenazarme con las rumiantes  dentaduras.

         El otro día me salió mal la jugada. Aunque me distancié del personal, empezada la película llegó una oronda moza que sacó del bolso un hipermercado de chucherías al por mayor. No tuve más remedio que cambiarme de lugar, con tan mala suerte que fui a dar con un prójimo señor que habría tenido mala la noche, porque en cuestión de minutos roncaba resoplando como un poseso. “Las Horas” como obra de arte merecía toda mi atención. Por eso me fui del cine, regresando al día siguiente para gozar con tan extraordinaria película.

         Pese a estas molestias inevitables, el cine es un lugar excelente para frecuentar esas vivencias fantásticas, con las que la vida paraliza sus resortes ante el espectacular mundo de los sueños.

         Posiblemente las palomitas y demás avituallamientos sean necesarios para mantener vivo el mundo del cine y a estos respetables empresarios que corren riesgos en un negocio no muy concurrido. No lo dudo, pero un servidor disfruta más con el cine en silencio.

Publicado en el diario Tribuna de Salamanca en el mes de mayo del 2003



24 de enero de 2025

Amigo Quintín

 



EL CAJÓN DE LOS RUIDOS

J. M. Ferreira Cunquero

 Amigo mío, Quintín García González. Amigo de los que no hace falta conocer personalmente para incrustar en la agenda emotiva donde se guardan, al amparo de las más férreas justificaciones íntimas y en mayúsculas, nombres, gestos y fotogramas de gentes que portan con valentía sus rasgos inconfundibles de hombres de bien.

Hace unos días coincidíamos en ese acto que reunió a tantas gentes de la poesía –cosa desconocida por estos lugares- posicionadas con claridad frente a la guerra. Guerra que nunca llegará a darse en el fondo porque se me antoja imposible calificar como tal a un breve entrenamiento sangriento que se  amparará prepotentemente en la descomunal diferencia de fuerzas entre los contendientes. Eso, en castellano, amigo Quintín, tú lo sabes muy bien, se llama masacre, escarnio, desprecio de la vida humana bajo simuladas justificaciones que invocan miedos abstractos  e ilusos terrores que ni pintados nacieron en mejor instante para justificar ahora inciertos futuros al gusto o la carta.

En esta tierra nuestra, abrupta, de tercos surcos y encinares viejos, de increíbles celajes que pintan al fondo de los paisajes tristeza, brotan en el tiempo repentinos ramalazos, vetas ocultas con aires caciquiles que ansían aún controlar como entonces la palabra y la vida . 

Muchas veces ese personaje ilustre de la vida charra, amigo por siempre eterno de mis mejores horas que es D. Antonio Lucas Verdú, me despiezó con su punzante chispa en tres mil ejemplos de la reciente historia de esta ciudad y provincia, claras pruebas de que siguen vivos y reviviendo los bandos, el puñetazo traidor por la espalda y los listados siniestros, de donde tú, amigo Quintín, va a ser difícil que puedas borrar ya el nombre.

Por eso te he introducido en mi agenda, y he dispuesto que en la casa tu sombra tenga un lugar donde pueda expresarse sin miedo. Alguien que como tú no ha callado ante la lisonja o el ridículo halago de esa pobre troupe de mediocres políticos que estoicamente soporta desde siempre esta tierra, de entrada merece sin reservas mi admiración y respeto.

  ¿Qué podemos esperar de quienes no son capaces de percibir el trasfondo literario o la creación personal que bucea en el alma sin artilugios o boato oropel que arrodille su honor o la dignidad sin reservas?. 

El verdadero trasfondo o el corazón de esta problemática no es otro que esta patología crónica que sufrimos, y que tiene imposible receta cuando no se asimila como un derecho natural del ser humano la libertad de expresar sentimientos sin trabas.

Publicado en el diario Tribuna de Salamanca el 4 de marzo de 2003




15 de enero de 2025

VAYA TELA

 

                                                                     El cajón de los ruidos

Vaya tela

Foto: jmfcunquero


J. M. Ferreira Cunquero

 

La desmemoria tozuda e interesada, sigue elaborando la improvisación en esa bandurria política que resguarda acomodando en sus preferencias, a prestigios acusados de llevarse hasta las velas del velatorio. 

¡Oye tú! Que hasta un fiscal general obvió que llegó a sus manos vía milagrera un móvil, intentando camuflar posiblemente, sabe Dios que minucias tontorronas. Porque lo del PP fue más folclórico vía santos inocentes, cuando a martillazos, más que borrar, le pegaron un palizón a la discografía interna de los pecés.

Pero ahora tenemos en la Codorniz imaginaria de este tiempo, al partido que gobierna pendiente de los condominios judiciales, mientras algunos superministros, istras e istres se desdicen predicando todo tipo de parábolas, homilías y jaculatorias mojigatas.

Lo único que está claro, es que esta oposición que nos bendice, muestra ciertas blanduras en sus pies de barro, frente a un político que domina los terrenos de la improvisación como ninguno antes lo lograra en toda la variopinta etapa democrática.

Al doctor Sánchez, como muy bien dice Reverte, la oposición solo es capaz de hacerle cosquillas en las duras sobaqueras, que nadie como él, ha podido curtir a base de un tenaz empeño en construir su propio personaje.

Y mientras tanto, pues eso, un hermano con suertuda nos muestra cómo puede encontrase un curre vía Internet, mientras supuestamente nuestra Moncloa pudo ser oficina de negocietes familiares a la carta.

Y para colmo del increíble disparate que vivimos, se anuncian leyes caseras para mantener la cloaca bajo llave, no vaya a ser que el repugnante hedor a caradura, delate el inmenso morro que se desparrama como una auto firma de secuaces afortunados que viven a nuestra costa.

Pues eso, que solo nos queda seguir bailando sobre el tablero del chachachá gracias a los músicos del ritmo patrio, que nos tocan hasta el aburrimiento los cachuruelos en la entrepierna.

28 de diciembre de 2024

Estrategias para conservar el momorrio

 

Artículos periodísticos



Estrategias para conservar el momorrio

Foto: jmfcunquero

 

28.12.24

Ostras tú, que cada vez sentimos con más intensidad que esta clase política de la mamandurria más que aburrirnos nos asquea. Cosa chunga, al ser en democracia baluartes imprescindibles de la misma, los políticos que han de dictar, remover y ajustar leyes y derechos.

El caso es que nos encontramos viviendo el insoportable acto teatral en el que unos y otros andan a la gresca miserable de la captación permanente de votos. Todo se basa en ir preparando el mochuelo para aderezar al gusto el potaje electoral.

Ministros que, con una cara dura que recuerda al hormigón, cambian argumentos según convenga ajustar sus propias contradicciones al momento que se vive, desdiciéndose e inventando todo tipo de trácalas con tal de seguir sosteniendo el cuento.

Y del inquilino que hemos metido en la Moncloa, ¿qué decir? Un tipo que se ha creído el personaje que interpreta, gracias a la enorme flor que lleva clavada en su mismísimo...

Una flor regada por quienes mantienen el asqueroso sueño de destruir el estado, gracias a la prebenda de sus cuatro votos, que en forma de crema aceitosa sostienen lubricadas las cerraduras palaciegas del momio nacional.

Aquí se han meado en los miles y miles de muertos de la pandemia los asquerosos medradores de los bajos fondos más destructivos que podamos imaginar, ya que, mientras el miedo nos cercaba, los bolsillos de esa banda de hijos de puta bien organizados sacaban el provecho propio de delincuentes sin conciencia ni humanidad alguna. Y de estas miserias no escapan como cocineros de las mismas los oscuros meandros del poder.

Y ahora vemos cómo se amoldan estrategias para conservar el momorrio, mientras se acomodan a la nueva situación, que brota de quien en los juzgados ha empezado a cantar el tralará de las podredumbres gubernamentales que dejan bajo sospecha a las más altas esferas del hemisferio político.

Pero si miramos hacia la bancada opositora y abrimos el recuerdo cercano, barcenearemos en otros pozos de la corrupción que ahora tratan de cubrir, poniendo en su punto de mira con la máxima acritud a sus rivales, tratando de ganar cacho en esa carrera electoral que vuelve a ser culpable de este macabro festival del disparate que vivimos.

La derecha tiene un cortocircuito interno de tal calibre, que su máximo líder necesita un curso de electricidad intensivo si quiere dar con la cueva donde están instalados los plomos de lo decente.

Y mientras tanto en Valencia siguen miles de españoles esperando recoger las migajas que de momento (como aseguran los damnificados) están perdidas en el laberinto pendular de las promesas. Los culpables de este desastre moran en los dos ¿grandes partidos? arropados por los intereses que dan soporte a una situación que nos hace sentir cada vez con más intensidad que nos siguen tomando por gilipollas.

El caso es que el panorama que tenemos en el horizonte cercano es demasiado preocupante, ya que el sostén de la gobernabilidad de España está en manos de los extremos. Ahora mismo el PSOE depende de la extrema derecha catalana para seguir manejando el carrusel de nuestras desgracias, mientras en la oposición el PP sigue dándole aliento a la otra extremidad derechosa, que crece hacia el visagreo político, que en definitiva (bajo el engaño democrático de las listas cerradas del compadreo) cogerá las riendas de la burra poltronera no tardando demasiado tiempo.

24 de diciembre de 2024

AL OTRO LADO DE LA NAVIDAD

 Artículos periodísticos


Foto: JALL

Al otro lado de la Navidad

·       

J.M. Ferreira Cunquero*

 

 

Estas fechas tan entrañables para el reencuentro, nos motivan a desearle a todo el mundo salud y felicidad, adornándonos con palabras que pueden hacernos suponer que todos somos repentinamente buenos. Sin embargo, estos días no cambiarán realmente las cosas, pues el espíritu navideño, no es más que una diminuta tregua que viene a endulzar cíclicamente de una forma ficticia nuestra moldeable conducta. Puede pasar, incluso, que montemos un escandaloso follón en plena cena, si a la cuñada respectiva le da por reiniciar la conversación en el punto que terminara la del año precedente, cuando le pisamos el orgullo en aquella bronca que nos aderezó el tintorro de conocida marca.

Pese a estas anécdotas que no van más allá del puro trámite de final de año, existe otra Navidad profunda que suele helarnos la blandura del corazón por estas fechas. Desgraciadamente sólo por estas fechas. Esa Navidad soporta ruidos de sables en tenebrosos cuarteles donde al hombre le siegan la palabra o perseguida la conciencia le trituran la poca dignidad que aún pueda quedarle. Navidad en los mugrientos antros donde los jóvenes de cartón ansían inyecciones urgentes de soledad y miseria. Navidad en los pobres surcos palestinos donde ha clavado sus aguijones injustamente una guerra para que infelices los niños se doctoren en odio. Navidad en las enmoquetadas oficinas donde empurados y decentes los dueños del mundo esbozarán los proyectos cual trampas que cercan y cazan si falta hiciera con el dolor del hombre el beneficio ansiado. Navidad de solitarios viejos que sin compaña alguna se nos mueren entre maletas vaciadas sutilmente por el recuerdo. Navidad en las pateras que llegan limosneando a la costa la ficticia ilusión del consumo. Navidad en los ajados rincones donde al hombre torturado le sellan el grito o la hambruna resuelve sin corazón el final de la vida.

La Navidad consigue por sí misma en certeros instantes, silencios únicos que acogen el tañir de invisibles campanas que existen en los poblados que habita con intensidad la tristeza. Campaneros los pobres más pobres menean badajos misteriosos con ahínco, intuyendo que en estos días nuestra occidental compostura es proclive a reconocer nuestra erudita hipocresía. Hemos estrenado el milenio con un amplio currículo de masacres humanas que  refrendan nuestra estado permanente de locura.  

La Navidad horizontalmente alarga un eco interminable que pregona por todos los confines el dolor de las madres que abrazan, a los hijos más fríos, que haya helado jamás con su aliento la muerte. Y así la mesa de los hombres de bien en Navidad, es un símbolo que al menos pone en el abeto visceral de lo que somos, momentos que abren con cierta verdad, las ventanas paisajísticas de los lugares ajenos.

Son estas, fechas que remarcan en su orla peculiar el olor de la ausencia y ese condimento que podría sazonar nuestra razón, con la fuerza real que exigiera a quienes ostentan el poder en nuestro nombre, que expandan y refuercen, el compromiso de lucha contra cualquier signo miserable que establezca la injusticia. Deberíamos adornar el nacimiento de la vida con algo más que este incienso ficticio de esperanza. Esta borrachera de consumo que nos ata al ciclo navideño, quizás sea el vendaje que nos teje el sistema político social para que nuestros ojos no puedan visionar el gentío que deambula preguntando por nosotros en los lugares perdidos, donde se hiela el sueño frágil del hombre.

Pero también la Navidad auspicia el calor familiar que nos reúne y nos abre las páginas de tantos avatares y vivencias, que la nostalgia nos muestra, mejor que nunca, en estos días, lo endebles que somos en las manos del tiempo.

 

 Publicado en el diario El Adelanto el mes de diciembre del año 2006

 


 


8 de diciembre de 2024

Recordando a un franciscano que murió en Damasco: POBRE Y DESAMPARADA SIRIA

 


Con fray Romualdo en los aledaños  de la la Sierra de Gredos


Junto al Éufrates me has mostrado
las llagas sirias de la guerra,
esos clavos que intemporales calan
el dolor de tantos niños que cobijas
en el misericordioso auxiliar de tu presencia.
Del libro Ceremonia de la Luz. JMFC

Hay quienes piensan que, una vez derrocado el dictador sirio, llegan los demócratas. Me pregunto qué será ahora de los cristianos.

Los hijos del Santo de Asís llevan cientos de años en aquella tierra. Son dueños de unas propiedades adquiridas a lo largo del tiempo. Sus iglesias han convivido al lado de las mezquitas, siendo muy respetados por su labor por el resto de religiones que allí han convivido sin problema alguno. En la tv Al Jazeera hemos podido ver cómo Damasco muestra sus calles llenas de gente que festeja este momento. Lo importante es que se ve la ciudad tranquila. 

Esperemos que sea para mejor este cambio, pero que nadie piense que la democracia, como la entendemos nosotros, va a llegar por medio de las armas.

Ahora estarán todos los países vecinos pendientes de meter sus uñas para rascar el oro de las oportunidades y cobrar viejas facturas.

Con Israel y Turquía a la cabeza, el enjambre de intereses que ha llevado a Siria de desastre en desastre a lo largo de su historia, afila sus dientes…

Qué pena que un país tan hermoso, tan empachado de tradición y arte, lo hayamos dejado destruir entre todos de una forma tan miserable. Qué pena me dan los pobres sirios que regresarán desde los campos de refugiados a las escombreras de Alepo…

Qué triste que las miserias humanas sigan propugnando gobernantes de estratagemas oscuras borrachas de odio.

Hoy rezaré por Siria recordando a mi primo Romualdo que dejó su vida en aquella tierra, por la que dio y se dio con cuanto tuvo al lado de los franciscanos.

A pocos días del noveno aniversario de su muerte en Damasco, resplandece su mensaje de paz y denuncia: https://www.youtube.com/watch?v=rUXxYD7-Ki0

27 de noviembre de 2024

UN PROYECTO PARA EL HOMBRE

 

Aledaños de Proyecto Hombre Salamanca - Foto jmfc

UN PROYECTO PARA EL HOMBRE

 J. M. Ferreira Cunquero *

 

           

            Los datos sobre el consumo de droga nos desvelan fríamente que esta sociedad del primero de los mundos soporta unas fisuras que retratan fidedignamente su pastosa hipocresía. Saber que el consumo del polvo blanco asesino cada vez clava con más insistencia su poder demoledor en la juventud de este tiempo es para empezar a plantearse, con profunda seriedad, otras formas de rechazo más creativas que combatan esas estructuras organizadas que distribuyen y alientan el deseo irresistible de caer en ese pozo, donde la personalidad del ser humano se destruye, hasta tal punto, que a veces sólo queda como solución olvidarse del problema, abandonando a su suerte a quienes han caído en la poderosa tela de araña.

            No podemos estar tranquilos sabiendo que la cocaína empieza a ser consumida por chavales de quince años que, sumidos en las primeras  trampas excitadoras de este estupefaciente, acaban regalando la vida por esos instantes que enredan la ficticia necesidad de dar salida a problemáticas sociales que hemos ido creado entre todos.

            Algo más debe hacerse para impedir que los cimientos de la colectividad sufran de forma tan fácil las embestidas de las tramas internacionales, que mueven miles de millones de euros a costa de la salud y la vida del hombre.

            La droga de este tiempo ya no marca necesariamente el aspecto ni la apariencia física de los consumidores. Esto hace más difícil detectar el problema, impidiendo ponernos en guardia cuando comienza el plan invasor a destrozarnos la convivencia con ese ser querido, que ha sido cercado por la blancura traidora.     Cuando los hilos invisibles de la droga entumecen la afectividad y ese ligazón necesario para crecer al lado de la familia, se genera la autodestrucción del individuo como persona, surgiendo una inevitable impotencia al no ser capaces de resolver la dura situación, taponados quizás por ese falso supuesto que nos hacía suponer que la droga sólo causa problemas en otros lugares y a otra gente que nada tiene que ver con nosotros.

            Por esto es imprescindible reconocer y publicitar la extraordinaria labor que desde hace más de veinte años viene desarrollando en nuestro país Proyecto Hombre. Su demostrada eficacia y sobre todo su alentadora invitación a recoger con el abrazo sincero a quienes han sido conquistados por la homicida enredadera mortal, es para plantearnos seriamente que hemos de hacer todo lo posible para animar al menos a que no decaiga la encomiable labor humana de este colectivo altruista.

            De la mano del presidente de Proyecto Hombre en Salamanca, Manuel Muiños, he visitado el centro que, desde hace cerca de dos años, es punto de referencia en la ciudad del Tormes cuando hablamos de esta difícil y a veces incomprendida problemática.

            Es interesante conocer cómo Proyecto Hombre desarrolla sus actividades, bajo la supervisión constante de los terapeutas que se han especializado, más allá de los títulos académicos, en la realidad de la enseñanza que nace de la experiencia de la organización y a través del contacto y la convivencia cercana y constante con los enfermos, que se acercan a Proyecto Hombre buscando su tabla de salvación para salir de ese inmenso océano de tinieblas donde han sido sumidos.

            Es impresionante apreciar en los chavales a primera vista el brillo de la esperanza en sus ojos, entregados a buscar algo más que la comprensión de quienes llegamos allí por casualidad o a conciencia. El lugar y sus condicionantes pueden ser la respuesta que debe darse al problema, cuando éste ha inyectado su intransigente poderío. Por ello es mucho más que hermoso escuchar en un sacerdote como Manuel Muiños que la eucaristía es el motor fundamental que fortalece su pulso sin temblor a la hora de enfrentarse con sinceridad a esta complicada tarea. Hemos de considerar aún más el mérito en este joven cura, cuando Proyecto Hombre es una organización aconfesional, donde lo importante no es el hecho religioso, sino el compromiso de ayudar a crecer como personas a quienes necesitan el preciso empujón para volver a morder la vida con entusiasmo.

El éxito de Proyecto Hombre en cuanto a resultados se consolida en su metódica organización. Cual si fuera un reloj colectivo, internos y terapeutas marcan los ritmos de la convivencia que busca, desde la terapia de grupo y la autoayuda sin contemplaciones, que entre los habitantes del espacio solidario, en igualdad de condiciones y siempre bajo el respeto de las normas que regulan toda la actividad, se fomente con claridad el deseo de reinserción en esta hipócrita sociedad, que sigue mirándose el ombligo mientras es atacada con la virulencia silenciosa por quienes sólo pueden vivir respirando el aire asqueroso del dinero.

            Otra de las sensaciones más intensas que uno obtiene, al conocer Proyecto Hombre, es que sus cimientos se fortalecen en lo práctico desde una ilusión colectiva, que va remendando las imperiosas necesidades que la organización sufre por alzar su frente con la verdad de una seria obligación, que desafía altruistamente lo que las instituciones son incapaces de realizar y conseguir aunque ostenten la obligación moral de dar respuesta a este desgraciado avance del consumo de droga en nuestro país.

            Aunque las ayudas empiecen a llegar a Proyecto Hombre, conseguir más de cuarenta millones de las socorridas pesetas (para entendernos) cada año, es para pensar que la magia de esta gente comprometida es la que solventa lo que se me antoja que debería estar solucionado definitivamente, a priori por quienes tienen la responsabilidad de salvaguardarnos el derecho a la la vida. Por ello amigo lector, es imprescindible que, si este tema lacera las paredes de tu sensibilidad, busques el encuentro con esta organización que precisa, no lo dudes, cualquier tipo de ayuda. No podemos permitir que algo tan especialmente necesario para esta sociedad pueda derrumbarse porque estemos en fuera de juego mirando para otro lado.

Lo grandioso es que cuando Manuel Muiños, como máximo responsable de Proyecto Hombre en Salamanca, se refiere al tema económico, él se escapa hacia los paisajes de los anhelos, haciéndome saber que cada día un voluntario llega desde la calle para dormir junto a los internos en ese afán por conseguir que los chicos no pierdan el contacto con la sociedad, que sigue con todos los defectos y virtudes esperándoles fuera. Muiños le da importancia a los cerca de ciento setenta residentes que han pasado, a lo largo de este tiempo, por Proyecto Hombre en la ciudad charra. Sus ojos de incombustible cura se iluminan con más fuerza cuando rememora los éxitos de quienes lograron vestir de nuevo la dignidad para enfrentarse con ilusión remozada al futuro.

            Es importante que todos sepamos que Proyecto Hombre tiene las puertas abiertas a cualquier ser humano que necesite comprensión y ayuda para resolver su adición u otros tipos de marginaciones o desventajas sociales, que mermen su derecho a ser hombre en igualdad de condiciones con sus semejantes.

            Cuando me despido de Manuel Muiños, haciéndole ver mi reconocimiento a todo lo que hacen, en la modélica institución que él preside, contra la droga, me doy cuenta que está lejos ya de mis palabras. En el calmo jardín que circunda el amplio edificio, dos chavales con la mirada perdida en la ausencia han llegado reclamando su ayuda.

            Camino de la ciudad me conquista la extraña sensación de haber tocado con los dedos del alma la pulpa especial de un atardecer para siempre inolvidable.

 

Publicado en el diario 

El Mundo de Castilla y León en el año 2005