9 de abril de 2024

CALMAR LA SED. CHARO RUANO

 Artículos periodísticos




J. M. Ferreira Cunquero

 

El último poemario de Charo Ruano, Calmar la sed, emerge de las latitudes más insondables de un alma creativa, logrando inmiscuirse en lo más profundo del sentimiento.

Martillean sus versos con espíritu de remembranza esa anochecida del tiempo que nos hizo vivir una de las más aterradoras pesadillas que nos hayan abrazado. Un tiempo muerto en los brazos del silencio de las aceras, cuando un monstruo diminuto y desconocido nos metía a todos en una encerrona propia de una película de terror.

Por eso este poemario, tan particular y especial, puede enmarcarnos en los ámbitos del recuerdo ayudándonos a desabrochar, en lo más íntimo de nuestros escondites, aquellos momentos que vivimos en la somnolencia más atípica y destructora que nunca pudimos imaginar.

Calmar la sed es un alarido interno, nacido de la necesidad que autentifica, a través del verso, la vivencia, proclamando un ansia de libertad —cuando estaban acotados hasta los sueños— desde el tuétano de la vida entregada o vencida por el análisis surgido de las endebles estructuras de los adentros. Algo que identifica a Charo Ruano cuando se entrega con cuanto tiene al rito magistral de su palabra.

Hay una vitalidad extraña en esta poeta que atrapa cuando se es capaz descifrar la armonía con que reviste el incombustible recorrido de su experiencia, mostrada y regalada en cada uno de sus poemas.

Calmar la sed trae como valor añadido la identificación personal que cada lector va a reconocer cual si fuera parte imprescindible de sus pertenencias olvidadas en los recintos carcelarios, cuando la incertidumbre, como una bufanda de miedos, nos ahogaba la paciencia y, menguado el raciocinio, nos hacía sentir nuestra propia sed en aquellas atípicas viviendas sin vida.

El poemario se me antoja una letanía de propuestas filosóficas, de preguntas y llegadas, de silencios y cavilaciones, que incendian el grito o el coraje cuando la poeta con sinceridad nos hace saber que su pálpito arría banderas al sentirse invadida por la desesperanza:   No hay amor para empezar de nuevo/ No hay deseo. No hay hambre/ no hay anhelos. No hay nada…

Y una sed de respuestas arde como colofón de cuanto anhela en lo más insondable de su ser, cuando Charo clava en su corazón el matiz definitorio de un momento atormentado al escribir:

Sed de no ser nada…

Esta sed de Charo Ruano me ha engullido en sus fauces, despertándome en meditaciones anteriores que ya intuí en otros libros suyos, cuando logra que me sienta aludido, cual si fuera interlocutor protagonista de la referencia poética o parte del diálogo que interpela esa comunión que preconiza el abrazo universal y sin medida que surge de la escritura.

La obra expande trazados rítmicos, estructurados con la maestría que dan los años en ese camino inagotable por los vergeles de la palabra. Rimas con el marchamo de la raíz cadenciosa que te van llevando hacia la motivación de regresar para revivir lecturas posteriores.

Calmar la sed se ha convertido estos días en un acontecimiento, que ha reafirmado algo que descubrí en Charo Ruano en uno de sus recitales, cuando reparé en el latido que eclosiona, —firma de su propio estilo— cuando remata de forma inesperada la conclusión de sus poemas.  

Calmar la sed es uno de los libros más angustiosos que ha desbrozado mi mente a lo largo de los años, pero a la vez ha sido de los escasísimos poemarios que he necesitado releer con urgencia, curiosamente para regresar a los vínculos que como ser humano necesito para seguir hallando, aunque sea a cuentagotas, unos gramos más de esperanza.

Gracias Charo, por este regalo que porta en sus contenidos lo que entre estas paredes, ahora aireadas, sentí y viví como un temblor inacabable de inexistencia.

 NOTA.- CALMAR LA SED se presentará el próximo jueves, día 11, a las 20:00 horas en la librería Víctor Jara.

La presentación correrá a cargo F. Noguerol, maestra de las cosas de siempre y de la palabra.

 

 

 

 

 

 


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