Foto: Phil Evenden |
Tiene que ser la releche condensada, como gozo
indescriptible, para que tipos que pueden ganarse la vida, por estar
encuadrados en profesiones cotizadas en los más altos niveles económicos, se
agarren al palco del gobierno, sin darle importancia a poner en venta su propia
dignidad.
Puede entenderse que, aquellos que no han cotizado ni medio
día a la Seguridad Social, no suelten la chirimoya del momio ni aunque los metas
en una tinaja de salmorejo caliente.
¿Pero qué ha pasado en este país? ¿Cómo es posible que la
ambición de un tipo que se ha agarrado al chollo moncloíno como una
lapa, sea asumida, defendida y halagada por una montonera inaudita de compis proclives a vender ya lo invendible?
Lo de la amnistía es de nota calificativa, como un claro
despropósito frente a todo tipo de informes, opiniones y, sobre todo en contra de
lo que pensamos quienes parece ser que solo servimos para espantar los pájaros con nuestro voto en la tierra de nadie.
Y mientras tanto un delincuente y sus secuaces gobiernan y
desgobiernan este país a su antojo, escacharrándose de la risa que le
proporciona, parece ser, nuestra democracia. Cuatro amigos en racha, manejando cual
si fuera una feria a todo un gobierno.
Delincuentes que dictan sus propias normas para salvar el
pellejo, mientras dejan en evidencia que aquí lo de la igualdad solo sirve para
esa casta política privilegiada, que nosotros, como dueños del invento,
permitimos.
El barullo socialista vendrá cabalgando en el futuro cercano,
cuando se descubra la rajilla de las urnas y ya no traguemos más trolas quienes
todavía pensábamos que la izquierda de salón y pacotilla era lo menos malo del
panorama electoral que se nos presentaba.
El Sahara, en muchos casos, será una inmensa pancarta para
muchos españolitos a los que nos dará por recordar el pasado reciente. Sí, el
de la memoria histórica de hace cuatro días, la que jode y revienta tanta
mentira embotellada, en apariciones televisivas trajeadas y postureos ridículos que siguen retratando al presidente más presidente de todos los
presidentes, junto a sus ministros, ministras, ministres y ministrus.
Lo de Podemos, por encima de todo, es como un dolor
irresistible en la tripa democrática. Que, quienes fueron alzadas a las
cúspides del poder, hayan traicionado a quienes les regalaron el asentajo
de la alta política del momio, es de vómito y extremaunción vitalicia. Me
pregunto cómo le dolerá la rabia más interna a Pablo Iglesias (el de ahora)
repasando sus propias meteduras de pata a la hora de regalar su confianza a
quienes pronto afilaron los cuchillos en la piedra del desagradecimiento.
Tengo claro que, a partir de ahora y mientras dure mi
apática presencia en los recintos electorales, votaré contra, contra y contra.
Jamás volveré a confiar en quienes solo viven para mantener los púlpitos del
poder, a costa de lo que sea, con todos sus privilegios.
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