La selva de la vida
Cuando descubrí que le habían fusilado al marido por “rojo” comencé a observar con cierto interés a Remedios. Los rojos eran aquellos desalmados carniceros que podían fastidiarnos aquella infancia de la leche en polvo, el queso americano y el pan pringao en aceite.
En casa, mis padres decían de Remedios que era digna de ser admirada
por haber sacado a los hijos adelante, siendo viuda desde muy joven. Mi
obstinada curiosidad por Remedios solo obtuvo como contestación aquel
silencioso miedo a las paredes que podían traspasar palabras que
alimentasen las siniestras orejas de burro franquistas. Leer más en...https://lacronicadesalamanca.com/283156-la-selva-de-la-vida/
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