11 de enero de 2013

CEBRAS Y CABESTROS





J. M. Ferreira Cunquero


Algunos volanteros dan la paupérrima impresión de vivir en sus “carrozas” para fardar de educación barriobajera por esas calles, donde nosotros, pobres imbéciles, soportamos con paciencia el chaparrón chulesco de sus asquerosas bravuconadas.
Ayer mismo, al ser increpado uno de estos relicarios trogloditas por una dama, se puso, como un verraco en celo, a gritar que aquel paso era para cebras y no para fantasmas de dos patas. Después aceleró estilo Fernando Alonso y, saltándose un semáforo en rojo, se perdió a toda mecha, mientras posiblemente -digo yo- experimentaba el efímero orgasmo de los idiotas.
Los pasos de cebra, para estos cavernícolas, son como un resorte que incita a trasgredir la norma molestando. Contra esta situación, cada vez más notoria, no hay norma, por muy coactiva que sea, que pueda remediar lo que no se ha aprendido con antelación en las aulas de la vida. Por esto, más que la multa que escarba el bolsillo, estos prójimos deberían ser recluidos como párvulos retrasados en una escuela y comenzar a aprender, lejos de la protección consentidora de sus papitus, que las cavernas ya no molan.
Y si los pasos de cebra son un reclamo para esta banda de ignorantes, ¿qué podemos decir de las rotondas?
Me cuenta un conductor de autobús experimentado, que es raro no ver en alguno de estos círculos pega golpes, cada día, discutir empecinadamente a toda clase de energúmenos.
Las rotondas no dejan de ser una invitación a que se encele el disfrute en quienes perciben en vena la velocidad de los tontos. Debe ser la leche cruzar a dos centímetros por delante del morro de otro coche y abandonar, cuando te viene en gana, a toda mecha la rotonda. Nada como esto para mofarse del personal que, asustadizo pega el súbito frenazo.
Lo triste comienza cuando te insinúan los expertos que es mejor callar y hacerse el sordo, que envalentonarse y poner una denuncia. Todo mejor que despertar la bestialidad indómita en la bicha. Eso es, todos a la fuga que vienen los cabestros… 

Publicado en El Adelanto de  Salamanca 11.01.13

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