23 de noviembre de 2012

LAS PATERAS DE LOS SIN PAPELES



HACIA LA NADA


J. M. Ferreira Cunquero

Foto: universocanario.com

Son los hijos del infortunio que, al sur de la tierra, heridos inquieren su dignidad humana. Buscadores de ilusión bajo la cúpula celeste, que al fondo de un paisaje incierto, en tenue cascada de azules, funde en la bravura del mar, su silencio. Sueño de libertad hacia la fértil tierra, donde usureros desalmados les han persuadido de que aquí fabricamos la suerte.
A cambio de empeñarse la familia, los tratantes de seres humanos les venden la aventura que, al otro lado de la miseria, incita (desde un mundo artificioso que supervive pese al derroche) a ser conquistado. Golosina adulterada por el consumo fascinante que desprende cierto hedor a imperio falso. Pero el hambre, el fanatismo religioso o las dictaduras bestiales, que persiguen a los honestos, obligan a buscar en el primero de los mundos acomodo. En ese momento la historia comienza a ser escrita por los traficantes de hombres, que fabrican las pateras del desastre, continuo suicidio de gentes que ansían conquistar un futuro hacia la vida.
Apenas perciben en los vientos del norte el aroma de la dignidad buscada, se ven atrapados por los embravecidos dioses del océano, que los engullen dentro de su furia hasta hacerlos otra vez hijos de la nada.
Ahí tenemos nuevamente en los cementerios de la soledad que esta tierra cultiva, cientos de navegantes anónimos, que embargados de esperanza vinieron un día hacia nosotros. Pobres prisioneros de ilusiones que como pájaros sin cielo apenas pudieron ser libres unas cuantas horas.
Pateras hundidas por las mafias que temieron dejar rastros. Niños que lograron fijar un instante en sus ojos la silueta de la costa y, escuchando el grito de libertad en el aire  más esperado, se fueron sin que nadie lograse percibir entre nosotros su presencia. Allí quedaron mientras borrachas de tanta lejanía, las madres nos preguntan si los vimos partir hacia la ausencia.
 Y extenuados llegaron otros que, al  besar la arena de este farsante paraíso, descubrieron de repente que aquí los extraños hijos de la nada tienen el valor de unos papeles. 
Publicado en el diario El Adelanto de Salamanca y en el de Zamora el 23.11.12

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