Ventarrones del verano

Como todos los años, en cuanto atiza Lorenzo la fogata, nos acordamos de lo fresquitos que por estos pagos se pasa el invierno. Y es que, además, como valor añadido, la solana, cuando pega duro, suele resecar las vías sanguíneas, de tal forma que las seseras sufren metamorfosis que las convierten en vulgares máquinas de parir bobadas.
La crispación sigue incongruentemente marcando rumbos y encontronazos entre los distintos gallineros de la política más zafia de esta piel de toro, que no acaba de curtirse como Dios manda.
Cabe preguntarse cuándo suscitarán las grandes temáticas del estado un interés general, que vaya más allá de ese oportunismo que sólo existe pensando en votos y prebendas.
Así va la vasija, medio vacía, medio llena, en función de lo que leamos o escuchemos, que para eso están los predicadores (eso sí de todo tipo y pelaje) condimentándonos, con el entretenimiento superficial, los intermedios cinematográficos de nuestras vidas...
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