Hartos ya de
estar hartos
J. M. Ferreira
Cunquero
Estando metidos en campaña electoral
continuamente, el tinglado partidista se alimenta (seguramente sin percatarse) en
sus propios vicios. Y es que, apenas se resuelve una convocatoria electoral, nos
introducirnos, sin recuperarnos del sofoco, en la siguiente. Así el ferial
político sostiene sus licenciosas arremetidas en el mercadeo de las promesas,
que se confeccionan en las grandes factorías del invento como ocurrentes chascarrillos
de temporada.
Cada convocatoria electoral (no falla) vuelve
a ser la que nos va a salvar la vida. Por esto, los hogareños afiliados de la
cosa suya abanderan los actos y en ardiente trance adulan a los líderes del
cotarro, mientras se entregan a la gran causa de hacernos creer que allí
estamos todos.
El problema real es que una inmensa mayoría
silenciosa va cansándose de esta parafernalia, donde muchos técnicos de la
política arraigan en las trayectorias paralelas que, simulando ir cerca de
nosotros, ni de coña se reúnen con nuestros intereses en el paisaje social que
va sembrando el cabreo.
Si acudimos a las hemerotecas y releemos
las promesas de don Mariano (por mencionar a quien cabalga la burra ahora)
cuando su único sueño era alcanzar la Moncloa, nos damos cuenta de que no somos
más que espectadores sin voz en horas bajas y que los valores éticos andan
metidos en subastas o expuestos en mercadillos de poca monta cual material propicio
para el desecho.
¿Es posible que alguien crea que se puede
ocupar la gran poltrona del poder desconociendo la realidad económica de un
país? Si esto pudiera acaecer, cosa poco creíble, ¿no sería lógico abandonar el
buque voceando las cuentas para regresar posteriormente a la cabina de mando y
buscar puerto con la frente alta? Pero eso es de película con final feliz, y la
realidad es otra cosa. De lo que se trataba era de alcanzar la cima, poner la
bandera y enmarcar en la diana del recuerdo permanente un retrato de Zapatero. Es
mejor que nos recuerden de dónde venimos, cuando no se tiene ni puñetera idea
de hacia dónde vamos.
Publicado en el diario El Adelanto de Zamora y en el de Salamanca 09.11.12
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