1 de mayo de 2012

CORAZÓN ANÓNIMO




J. M. Ferreira Cunquero


Pablete está luchando con madurez infantil sobrecogedora. Con once años tiene asumido que la actividad física es tan fundamental en su vida, que la dureza de estas horas apenas cuenta. Por esto ha esperado como un adulto, de forma ejemplarizante durante años, el corazón que en su pecho late ya con la fuerza sublime de la esperanza más cierta.
Cuando la sanidad tirita ante el amenazante tijeretazo con el que la crisis nos corta el traje para las vísperas del sepelio, es menester, una vez más, difundir la profesionalidad y el carisma de médicos como los cardiólogos-cirujanos que en el Gregorio Marañón, más que hacer magia, interpretan desde su conocimiento la partitura esencial de la vida.
El prestigio de nuestros galenos más emblemáticos está fuera de toda duda y con ellos el de toda esa ristra de equipos que en cada momento del día se dejan la piel en los quirófanos o en esas consultas ambulatorias, donde tantas veces buscamos un tantico más de aliento para seguir tirando. 
Cuando este país cae por el despeñadero de las reformas entre fábulas patrañeras que tanto tracalero oficia en el altar de la política, la gente llana y humilde sigue demostrando su generosidad. Más allá de los tributos y de todo este tipo de monsergas recaudatorias que nos asfixian cruelmente en estos momentos, la bondad solidaria de las familias que donan, tras la muerte de un ser querido sus órganos, sigue marcando, desde mi punto de vista, una de las grandes virtudes de este pueblo. Ahí están las estadísticas, dejando claro que España, en este tema de solidaridad humana incuestionable, está a la cabeza como primerísima potencia mundial.
Cada vez destaca con más claridad el profesionalismo de quienes sienten la deontología médica como un principio moral de primer orden. Aquí, el problema, el único problema reside en la barahúnda de incompetentes que, por amiguismo o factureo entre compadres de la misma calaña, se nos han colado como un lujo chirriante durante demasiados años en las cocinas del invento sanitario.
Pese a estos dislates lo que interesa ahora es que Pablete tiene cada vez más cerca la calle para renacer en las cosas más sencillas que antes no pudo disfrutar como niño. Asistiremos, cual si fuera una ceremonia de normalidad, a las primeras patadas que pueda darle por fin a un balón sin agobios, y lo veremos correr delante del Padre Putas, cuando la fiesta por septiembre nos convoque al callejeo.
Atrás quedará, como un entrañable recuerdo, el cirio de la Virgen de la Esperanza que lució durante largas horas en recuerdo del donante anónimo que, con el gesto más humano y desprendido le ha dado la vida a Pablete y el del Nazareno, que ardía mientras el sudor cirujano derramaba toda la paciencia sobre el montón de horas inacabables.
Atrás va quedando lentamente la oquedad de los pasillos hospitalarios, que acogieron en silencio el rito de la ternura familiar indescifrable, que desabrochó tantas veces la impotencia. Por eso, brindo con estas letras por todos los Pabletes que han recibido o están esperando el trasplante de un órgano. Alzo más, mucho más esta copa de palabras por quienes los donaron. Para ellos mi reconocimiento y la ratificación de mi compromiso como donante.
Publicado en El Adelanto de Salamanca 04.05.2012- 

2 comentarios:

  1. pablo de la peña22:21:00

    Un fantástico articulo para un gran acontecimiento, la solidaridad de quien se va, para con quien quiere seguir aquí luchando hasta el ultimo momento.

    Realmente Jose, emocionante,
    un abrazo
    Pablo de la Peña

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  2. Anónimo8:55:00

    Estoy de acuerdo, es un relato muy bueno y tierno. Saludos
    M Carmen Guzmán

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