14 de marzo de 2020

REGRESO A MÓSTOLES

         A mi ahijado, Iván Castaño, a nuestro reencuentro
      tan fructífero y esperado.               
                                                                                                                                                                  

Cuando regresé de forma definitiva a Salamanca por los años ochenta, me encontré con una paz extraña que no sabía asimilar. Los problemas que traía en la mochila, como si fueran míos, aquí chocaban con una tranquilidad pasmosa que tuve que aprender a digerir.
Acababa de dejar Móstoles, una ciudad donde llegamos a sufrir en el rostro la sensación horrorosa de las repelentes burbujas de la gaseosa. Faltaba el agua y escaseaban todos los servicios necesarios en cualquier ciudad que simplemente quiera subsistir con cierta dignidad. Los problemas se multiplicaban ante un crecimiento imparable.
La dictadura había dejado el sello de la especulación del ladrillo a lo bestia, como en otros lugares cercanos a la capital de España. Los prebostes del franquismo aprovecharon el tirón económico construyendo en cualquier espacio o rincón, mientras se abolía el planteamiento de un plan urbanístico acorde y necesario para la magnitud que iba alcanzando la ciudad.
Era tal el desastre que, ni comprobando la fechoría, eras capaz de creer lo que hicieron los desalmados gerifaltes del viejo y caduco régimen.
Empezaba a dar sus primeras bocanadas de aliento ilusionante la democracia cuando, por lógica necesidad, los mostoleños construyeron un movimiento ciudadano que llegó a cobrar una fuerza increíblemente descomunal.
Bartolomé González. Alcalde de Móstoles.1980. Foto. Com. de Madrid
Es en ese convulso tiempo cuando gana las elecciones el primer alcalde democrático por el PSOE de la ciudad madrileña. Bartolomé González se encuentra solo ante problemas tan graves como los de la sanidad o la enseñanza, inexistentes en una ciudad donde la explosión demográfica desborda cualquier tipo de previsión. Todos buscamos en aquel rincón geográfico de Madrid la vivienda que se ofrecía con los mejores precios del mercado.
El alcalde y su equipo además tienen enfrente a ese movimiento ciudadano que es implacable en sus reivindicaciones y que, ante sucesos inolvidables, como el de aquella inocente niña que se electrocutó con una farola (cuánto recuerdo a su familia) o el ataque del maldito aceite de colza, la Asociación de Vecinos Juan XXIII llena las calles de cientos de mostoleños.
Pero, lentamente, aquella movida ciudadana se fue fundiendo en la realidad que iba marcando el tesón de un alcalde que tenía muy claro la ciudad que perseguía.
Así fue llegando el agua, los institutos, los tres hospitales y el resto de servicios, hasta construir esa ciudad que en mi reencuentro no he podido reconocer.
Qué valor tiene en el recuerdo aquel día en el que el alcalde Bartolo abrió el grifo general que metía por fin el agua en nuestras viviendas haciendo justicia a una larga y vieja reivindicación.
Recortes, revista Ecos Ciudadanos. Editada. Asociación de Vecinos Juan XXIII. 1983
Fue un honor, un altísimo honor, que la alcaldesa de Móstoles y su concejal de cultura, me acompañasen en la presentación de mi novela Casa baja, que homenajea, desde el recuerdo, a aquel alcalde, que anduvo como guerrillero antifranquista por los montes de Salamanca y al que tuve la suerte de conocer en los primeros albores de nuestra democracia.
Como dije en el acto, lo daría todo por tenerlo delate de mí y decirle, gracias, gracias Bartolo por ser quien fuiste, por callar tu lucha de tantos años por la libertad y por creer en tu misión socialista como pocos lograron hacerlo.
Novela basada en la historia real de Bartolomé González
Y fue un alto honor encontrarme con mi gente y volver al abrazo con Paco Pina, quien fuera aquel admirable presidente de la Asociación de Vecinos Juan XXIII en aquella época en la que tuve la gran fortuna de ser su vocal de cultura. Cuánto le debe la ciudad a su esfuerzo y tesón por conseguir lo que ahora se puede calificar de normalidad ciudadana.
Reencontrarme con aquellos vecinos que fueron mi familia, ha hecho posible que regrese a las perspectivas de la vida, donde las frecuencias exigen la identificación con las gentes y los lugares.
Volver al lugar que me matriculó en su gran facultad de la vida, ha sido una bocanada de aire fresco y de salud democrática, para rescatar del recuerdo aquellas reivindicaciones que ya no tienen sentido en una ciudad que ha sabido crecer y existir.
Me he venido con la sensación de que Móstoles después de 40 años me ha reconocido y de que una parte de cuanto tengo y soy, en lo más entrañable, le pertenece…


2 comentarios:

  1. Gracias Ferreira por este blog,por tú novela que nos acercará más a nuestro gran alcalde Bartolomé González y sobre todo por nuestro reencuentro que con tanto cariño recordaremos.

    Móstoles es vuestra casa y la nuestra vuestra CASA BAJA para siempre.

    Un abrazo de tú ahijado y familia

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  2. Gracias Ferreira, por este blog, por tú novela que nos acercará más a nuestro gran alcalde Bartolomé González y sobre todo por nuestro reencuentro que con tanto cariño recordaremos.

    Móstoles es vuestra casa y la nuestra vuestra CASA BAJA para siempre.

    Un abrazo de tú ahijado y familia

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