tan fructífero y esperado.
Cuando regresé de forma definitiva a Salamanca por los años ochenta, me encontré con una paz extraña que no sabía asimilar. Los problemas que traía en la mochila, como si fueran míos, aquí chocaban con una tranquilidad pasmosa que tuve que aprender a digerir.
Acababa de dejar Móstoles, una ciudad donde llegamos a
sufrir en el rostro la sensación horrorosa de las repelentes burbujas de la gaseosa.
Faltaba el agua y escaseaban todos los servicios necesarios en cualquier ciudad
que simplemente quiera subsistir con cierta dignidad. Los problemas se
multiplicaban ante un crecimiento imparable.
La dictadura había dejado el sello de la especulación del
ladrillo a lo bestia, como en otros lugares cercanos a la capital de España.
Los prebostes del franquismo aprovecharon el tirón económico construyendo en
cualquier espacio o rincón, mientras se abolía el planteamiento de un plan
urbanístico acorde y necesario para la magnitud que iba alcanzando la ciudad.
Era tal el desastre que, ni comprobando la fechoría, eras
capaz de creer lo que hicieron los desalmados gerifaltes del viejo y caduco
régimen.
Empezaba a dar sus primeras bocanadas de aliento ilusionante
la democracia cuando, por lógica necesidad, los mostoleños construyeron un
movimiento ciudadano que llegó a cobrar una fuerza increíblemente descomunal.
Bartolomé González. Alcalde de Móstoles.1980. Foto. Com. de Madrid |
Es en ese convulso tiempo cuando gana las elecciones el
primer alcalde democrático por el PSOE de la ciudad madrileña. Bartolomé
González se encuentra solo ante problemas tan graves como los de la sanidad o
la enseñanza, inexistentes en una ciudad donde la explosión demográfica desborda
cualquier tipo de previsión. Todos buscamos en aquel rincón geográfico de
Madrid la vivienda que se ofrecía con los mejores precios del mercado.
El alcalde y su equipo además tienen enfrente a ese
movimiento ciudadano que es implacable en sus reivindicaciones y que, ante
sucesos inolvidables, como el de aquella inocente niña que se electrocutó con
una farola (cuánto recuerdo a su familia) o el ataque del maldito aceite de
colza, la Asociación de Vecinos Juan XXIII llena las calles de cientos de
mostoleños.
Pero, lentamente, aquella movida ciudadana se fue fundiendo
en la realidad que iba marcando el tesón de un alcalde que tenía muy claro la
ciudad que perseguía.
Así fue llegando el agua, los institutos, los tres
hospitales y el resto de servicios, hasta construir esa ciudad que en mi
reencuentro no he podido reconocer.
Qué valor tiene en el recuerdo aquel día en el que el
alcalde Bartolo abrió el grifo general que metía por fin el agua en nuestras
viviendas haciendo justicia a una larga y vieja reivindicación.
Recortes, revista Ecos Ciudadanos. Editada. Asociación de Vecinos Juan XXIII. 1983 |
Como dije en el acto, lo daría todo por tenerlo delate de mí
y decirle, gracias, gracias Bartolo por ser quien fuiste, por callar tu lucha
de tantos años por la libertad y por creer en tu misión socialista como pocos
lograron hacerlo.
Novela basada en la historia real de Bartolomé González |
Reencontrarme con aquellos vecinos que fueron mi familia, ha
hecho posible que regrese a las perspectivas de la vida, donde las frecuencias
exigen la identificación con las gentes y los lugares.
Volver al lugar que me matriculó en su gran facultad de la
vida, ha sido una bocanada de aire fresco y de salud democrática, para rescatar
del recuerdo aquellas reivindicaciones que ya no tienen sentido en una ciudad
que ha sabido crecer y existir.
Me he venido con la sensación de que Móstoles después de 40
años me ha reconocido y de que una parte de cuanto tengo y soy, en lo más
entrañable, le pertenece…
Gracias Ferreira por este blog,por tú novela que nos acercará más a nuestro gran alcalde Bartolomé González y sobre todo por nuestro reencuentro que con tanto cariño recordaremos.
ResponderEliminarMóstoles es vuestra casa y la nuestra vuestra CASA BAJA para siempre.
Un abrazo de tú ahijado y familia
Gracias Ferreira, por este blog, por tú novela que nos acercará más a nuestro gran alcalde Bartolomé González y sobre todo por nuestro reencuentro que con tanto cariño recordaremos.
ResponderEliminarMóstoles es vuestra casa y la nuestra vuestra CASA BAJA para siempre.
Un abrazo de tú ahijado y familia