Julio dice que la crisis es un virus
diseñado en el laboratorio internacional que maquina la estrategia global para
jodernos. El arte especulativo es una ciencia, según él, que nos hace bailar a
todos cual “muñecada” de artilugios sin respuesta.
Y es que Julio viene de trabajar en los
submundos juveniles, donde merodea la chavalería doctorada en delincuencia y en
otras actividades, que por mal vistas las obviamos, sin asumir lo que nos toca
en la configuración nacional de ese desastre. Julio es todo un maestro en amar
a quienes, de entrada, nosotros vilipendiamos por la intolerable apariencia que
nos chinga la pulcra estabilidad de nuestra mirada.
Julio es profesor de economía práctica
en las facultades de la calle y aledaños. Todo un maestro en formar a quienes
no tienen más que ilusión para exprimir de la nada un tantico de alimento.
Julio ha podido comprobar, después de
haber luchado en los barrios marginales de París y en el Pan Bendito madrileño,
cómo en Haití la vida, por dos céntimos, en cualquier esquina, es puesta en
venta. Por esto Julio conoce muy bien los entresijos de la mentira. Vamos que
el “pastamen” de la ayuda humanitaria, que tuvo que llegar en su momento, se ha
perdido en un laberinto de despachos y en el buche de una montonera de ONGs
inventadas para el chollo.
Según Julio, es tan grande el macro embuste
totalitario, que las narices de la trama mundial siguen creciendo, mientras el colosal
botellón de los poderosos se descojona de la plebe. Y todo por los supuestos mercados,
que ni padre tienen, y por la prima invisible, que por puta, (y que me perdone
tan honrado oficio) nadie quiere que se cuele en la familia. Pura tromba de ganchos
en el hígado del mundo, que por estar de coña ni se entera.
Julio Yagüe es un salesiano amigo, que
lleva como estandarte la sonrisa y, en el fondo del almario, un dolor incesante
por el Cristo multicolor que cuelga de la cruz, por estas fechas, en el medio
de la calle.
Publicado en el diario El Adelanto 22.09.12
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