J. M. Ferreira Cunquero
Algunas de las fotografías de Manuel López en el Patio Alto de la Casa de las Conchas| Fotografía: JMFC |
Durante estas fechas y hasta el Domingo de Resurrección, podemos
disfrutar de la muestra fotográfica que, sobre la Semana Santa de
Salamanca, promueve la Tertulia Cofrade Pasión en la Casa de las Conchas
y de la que es autor Manuel López Martín.
Manuel López Martín pertenece a ese tipo de fotógrafos que viven para
recolectar instantes, cual si fuesen preciso aliento que sustenta el
estado de la necesidad permanente, como elemento motriz de su
incombustible entusiasmo.
La Semana Santa salmantina no podía quedar ajena a esa mirada suya, que
escrudiña más allá de la expresión cofrade lo que ocurre en los entornos
donde las sombras cubren caprichosamente de matices los lienzos
monumentales de la ciudad dorada. Insinuantes siluetas en las ventanas
de la indagación; calmas tenebrosas que rozan los salmanticenses
espacios que capta el artista para colmar de emoción nuestro asombro.
No cabe duda de que estamos ante uno de los grandes y más reconocidos
fotógrafos salmantinos del momento. A los primeros premios nacionales,
obtenidos en diversos concursos de reconocido prestigio, se añaden, como
aval de su fructífera carrera, los que fueron convocados con motivo de
los eventos más significativos de nuestra ciudad.
Manuel López es un virtuoso de la imagen, polifacético y concienzudo
mirador de cosas, gentes y lugares. Puede decirse que pertenece a ese
grupo de artistas que se mueve en los ambientes fotográficos de nuestra
ciudad para hacernos ver, comprender y descubrir lo que a simple vista
se nos escapa. Porque más allá del objetivo está la indagación y el
conocimiento de las técnicas, que hacen posible marcar la diferencia
entre lo que hacemos la generalidad de los fotoesporádicos con
una máquina digital o un simple móvil, y lo que logran estos creadores
de la imagen, al congelar instantes, formas y espacios que consiguen
despertar en nosotros la emoción inherente a cualquier expresión
artística.
A través de las veintiséis instantáneas que se exponen en ese espacio
tan significativo y carismático como es el Patio Alto de la Casa de las
Conchas, podemos apreciar esa fotografía de la observación, para la que
Manuel López tiene una sensibilidad muy acusada o esas otras que
muestran los detalles que, a los costados de las procesiones, enmarcan
el halo de empatía que suele darse entre espectadores, imágenes y
penitentes. Las sombras en la fotografía de Manuel López son otro acento
que inserta geometrías y ambientes, logrando esa calidez que la Semana
Santa salmantina rezuma por la piel de sus dorados.
Algunas de las fotografías son versos escritos por esa mirada tan
especial que propugna el don de los distinguidos creadores, que nacieron
para mostrar la etérea dimensión sensitiva que solo pueden captar
quienes nacieron y saben mantener el portentoso don de los elegidos.
Figuras perceptibles de siluetas y rostros en los ventanales estampan el
diálogo semanasantero, que tan bien podemos identificar quienes
pululamos de una u otra forma en las proximidades del movimiento
cofrade. Lobregueces y matices disuelven, en la noche con mesura, el
silencio envolvente y perceptible en algunas de las fotografías, donde
los penitentes abstraídos y rozados por enigmáticos contraluces emulan
delicados esbozos emocionales.
En el ocaso frío de una de estas tardes salmantinas, en las que el sol
acaricia la heladura, tuve la impresión de ver, recorriendo la
exposición, al siempre recordado Francisco Rodríguez Pascual, al lado de
Luis Monzón y Tomás Martín. El sabio maestro de las cosas de siempre
les decía que por fin alguien le había hecho caso, al captar las miradas
que él tantas veces reclamó para la fotografía semanasantera, mientras
Luis decía algo sobre el Cristo de la Luz y Tomás se complacía al ver a
su joven retoño preparando para el Rescatado el incienso…
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