J. M. Ferreira
Cunquero
Se
acabó. Me ha dicho el siquiatra que por el bien de mi pobre equilibrio mental
no vuelva a inmiscuirme en los fétidos asuntos de la política. Y es que al
final, pese a toda la escandalera que nos recome, los cegatos partidarios
volverán a encandilarse entre banderas y, apenas suene en campaña electoral el
tatachín de sus partidos, se cuadrarán como devotos seguidores votando otra vez
a los suyos. Vamos que el pescado aquí está vendido antes de que se ponga el
cebo en los anzuelos.
Me
recalca el galeno, que olvide a los jueces y a quienes los nombran en las altas
jerarquías del mamoneo, porque eso del ahora por ti y luego por mí, se ha
metido en las venas del Estado como cosa natural para que los listos, a nuestra
costa, puedan hacer carrera.
Para
vivir tranquilo no hay nada mejor que encender la tele y extasiarse con Gran
Hermano o comprobar en otros programas cómo las vísceras de la cutrería se venden en los platós por
cuatro perras. Visionar tres o cuatro veces la gala coñazo de los Goya y
comprobar cómo algunos cachondos mentales, vestidos con cuatro trapos que valen
un pastamen se ponen a dar la matraca
solidaria de postín. Ya no cuela que los gritos solo suenen dependiendo de
quien pueda estar dirigiéndonos la orquesta gubernamental en el gran escenario moncloino.
Ahora
toca la elección del nuevo Presi, que vete a saber tú con toda esta sarta de arrimadas
contra natura, lo que puede ocurrir enre poltronas.
Como
dice mi amiga Ruper : que no se ponga nadie en las atalayas del poder, que llevamos unos meses solos, y además de ahorrarnos la pasta, todo sigue como siempre. Como siempre, los que
están en paro, siguen parados y los que se mueven no se detienen por si las
moscas. La pobreza extiende su lengua por los mismos lugares de siempre y como
siempre, el que nació para montárselo se lo monta a nuestra
cuenta.
Eso
sí, somos felices si el trajeado mandas de cualquier institución, nos pasa la
manopla por el hombro diciéndonos al oído que es uno de los nuestros…
Lo
dicho, que voy a obedecer a mi matasanos preferido, pasando de estas
cosas que por más que nos hagan creer que deben importarnos, sólo le interesan
a los que viven a nuestra cuenta.
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