Publicado en el ABC el domingo día 20.12.16
Después
de una larga y dura enfermedad, el padre franciscano Romualdo Fernández
Ferreira fallece en Damasco, rodeado de la gran familia cristiana, que ha visto
en él durante muchos años al apóstol español que quiso convertirse en hijo de
la tierra siriaca.
Como
hombre de Dios, desde el espíritu franciscano que en las santas tierras del
oriente enaltece la humildad y la entrega, no se había cansado de repetir “…mientras quede un cristiano en Siria, mi
lugar está en esta tierra que tanto amo”.
Su
voz se alzó con extremada valentía en todos los foros internacionales donde le
fue posible expresarse: esta absurda
guerra, ha nacido del odio, para destruir el patrimonio insustituible de Siria.
La
Curia General lo nombró en el año 1986
Delegado de la Conferencia del Norte de África y de los Países Árabes y,
por tal causa, durante tres años fue el máximo
responsable de Egipto, Libia, Marruecos, Oriente Medio y Somalia.
Pero
él llevaba por encima de todo en su corazón a Siria, y fue allí donde combinó
las máximas responsabilidades de la orden con la investigación sobre el Arte Bizantino,
que en aquella tierra es emblemático referente del paso de las culturas. A
través de sus estudios, junto a los franciscanos Ignacio Peña, Pascuale
Castellana y la doctora siria Widad Khoury, el padre Romualdo ha publicado
varios libros que van a obtener un inestimable
valor, al ser ahora claros referentes de una época que dejó sobre Siria la
firma del tiempo.
La
destrucción que se está llevando a cabo sobre los emblemáticos emplazamientos
cristianos, tan numerosos e importantes en Siria, harán que las publicaciones y
estudios del fraile zamorano alcancen un valor
incalculable.
Tal
es la importancia del trabajo realizado por el padre Romualdo Fernández en este
campo de la arqueología que, en el año 2009 el papa Benedicto XVI le concede el
diploma y la Cruz Pro Ecclesia et Pontifice.
Entre sus libros y
estudios debe destacarse Símbolos
cristianos en la antigua Siria que, publicado en El Líbano en el año 2004,
muestra más de dos mil signos de la Cruz, fotografiados y dibujados por el
autor, a lo largo de muchos años.
La
Custodia de Tierra Santa ha expresado su dolor por tan irreparable perdida y en
Damasco su funeral ha reunido a las distintas confesiones religiosas, para
despedir a quien entregó su vida al acercamiento cordial y franciscano con
ellas.
Antes
de morir, expresó su deseo de ser enterrado en aquella tierra. El Padre que
ahora lo acoge, hizo posible que no tuviese conocimiento de la destrucción de
Palmira, lugar que él tantas veces mostró a los peregrinos que llegaban
buscando las huellas de San Pablo, al Memorial que el regentase durante muchos
años en Tabbaleh, donde una calzada romana muestra el lugar donde Saulo descubre
al Señor a la entrada de Damasco.Descanse en Paz
J.
M. Ferreira Cunquero
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