Publicado en le OPINIÓN EL CORREO DE ZAMORA- 01.09.13
J. M: Ferreira Cunquero
Fray Romualdo Fernández Ferreira es noticia de nuevo, en esta ocasión no
por ser el único religioso español que queda en el convulso país del
cercano oriente, sobre el que está previsto que caiga una lluvia
incontenible de misiles justicieros americanos. Aunque el gran problema
bélico que se cierne sobre Siria haya sido la referencia para que muchos
medios (entre los que hay que incluir «la Opinión-EL CORREO de Zamora»)
entrasen en contacto con fray Romualdo, la noticia, la hermosa noticia
que debe resaltarse ahora, es que este valiente fraile zamorano ha
cumplido su medio siglo como sacerdote en la capital siriaca hace unos
días. Un cumpleaños que nos llena de orgullo a todos los que lo
queremos, pues tan importante efeméride, la ha celebrado, de forma
ejemplar, junto a sus feligreses, en una tierra donde la vida ha perdido
su valor frente a una guerra programada, en la que el fanatismo
religioso, otra vez, hace las veces de guía hacia el tablero
internacional donde juegan al parchís las grandes naciones del mundo.
Fray
Romualdo Fernández Ferreira (considerado como una de las grandes
eminencias mundiales por sus conocimientos arqueológicos del arte
bizantino en Siria) ha celebrado su fiesta, la fiesta que reconoce, más
allá del medio siglo como sacerdote, su compromiso misionero con los
suyos, para seguir alzando con coraje, junto a ellos, la inmensa Cruz
del amor, sobre uno de los calvarios más hostiles de la tierra en estos
momentos.
Este ilustre hijo de la tierra zamorana, pese a la
zozobra que vive aquel país, descuartizado tan injustamente por la
guerra, sigue visitando los conventos del Líbano (de los que es
responsable) manteniendo la escuela infantil cristiana junto al
dispensario médico que él regenta en el Memorial San Pablo de la ciudad
damasquina. Pero su grito, aquel grito que reclamaba el diálogo entre
las partes, puede ser apagado irremediablemente por los misiles
estadounidenses, que recuerdan en cierto modo aquellas bombas de
destrucción masiva que todavía algunos siguen buscando en el cerco de
las ilusiones inexistentes. Después llegará la barahúnda armada europea y
en silencio la ONU (organización desunida de países por toda la tierra)
volverá a atribuirse otro de los grandes y más sonoros ridículos.
Cuando
la oposición al régimen de Bachar al Asad ponga su firma en los
aledaños del poder en Siria, habrá nacido posiblemente otro Afganistán,
otro polvorín que, resguardado en la sombra, esperará hasta que nosotros
mismos facilitemos, como idiotizados, cualquier día de estos la mecha
que lo haga estallar en nuestras propias narices.
Me
preguntaba fray Romualdo el otro día si recordaba su primera misa en
Figueruela de Abajo aquel 8 de agosto de 1963. ¿Cómo no recordar a mi
madre, haciendo las veces de madrina en aquel festejo? ¿Cómo olvidar
aquella fiesta en la que nuestro Romualdo se nos iba para siempre hacia
la Tierra Santa que él defiende con el espíritu franciscano de la
humildad, que viste con tanto fervor la orden?
Cuando Siria
quede arrasada, es posible que nos preguntemos una vez más, dónde
estaban los americanos y toda la pachanga europea cuando estallaba el
conflicto; cómo se permitió la masacre de los inocentes y ese éxodo -se
dice pronto- del veinte por ciento de la población siriaca; quiénes han
atizado realmente este conflicto, con la única pretensión de destruir la
Siria hostil a los países de la zona.
Cuando esto ocurra, fray Romualdo seguirá preguntándose porqué nadie escuchó su mensaje de paz y concordia...
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