28 de enero de 2010

¿INFRAESTRUCTURAS? ¿DÓNDE?

J. M. Ferreira Cunquero

Más que el atraso, la desidia vuelve a introducirnos en la España profunda que, en vez de prevenir, parchea demencialmente las dramáticas situaciones que van presentándose como golpes de verdad en las plácidas estancias de nuestros intestinos rurales. Cada vez es más notorio el retraso que sufrimos aquí, respecto a otras comunidades del suelo patrio que cultiva con acentuado contraste cada vez con más claridad toda clase de diferencias.


Mientras una mujer alistana sufría un severo ataque cardiaco, con cierta ineficacia se pedía auxilio, desde el centro de salud de Alcañices, a los supuestos servicios de emergencia. Un caso de vida y muerte; de desamparo y esperpento. Más de lo mismo en esta tierra abandonada en manos de la fortuna.


Cómo se me clava en el alma esta injusticia y cómo desde la impotencia, lleno de dolor y de furia, trato de imprimirme la sensatez que preciso para no cegarme en estas letras, reivindicativas sí, pero justas y necesarias.


Mientras la medicina hacía todo lo posible por salvar su vida, las infraestructuras demenciales que sufre Aliste dejaban en entredicho el sagrado derecho a recibir la prestación de asistencia necesaria.


No sirve argumentar que la nieve fue el condicionante de aquel lamentable suceso. No. La única realidad es que en la carretera ¿internacional?, una máquina quitanieves se encontraba en trance de auténtica parsimonia, mientras la ambulancia quedaba inservible en el hielo. La demanda que se hizo de un artilugio zampanieves de mierda, durante aquel tiempo precioso para salvar la vida de Adoración, chocó contra el más lamentable de los pasotismos cochineros. Es la tragedia que montan los imbéciles, a la hora de brindar la ayuda inexcusable que se merece cualquier ser humano en situaciones de socorro imprescindible.


En Navarra una máquina quitanieves, seguida de un todo terreno de aquella institución foral, a los pocos días, limpiaba un camino de varios kilómetros para recoger a un enfermo que debía recibir asistencia en un hospital de Pamplona. Estas son las diferencias que duelen y escarban. Una tortura que en esta zona se nos aplica demasiadas veces en los quirófanos de la realidad a dolor vivo y sin anestesia.


Cuando aparece la nieve, el medio helicóptero que tenemos no da abasto a la hora de prestar servicio, mientras una quitanieves, ya lo vemos, puede estar de piezas caídas cuando es solicitada para prestar el auxilio necesario. Es el caos de la organización más desorganizada que padecemos en estas latitudes tercermundistas donde, si tenemos la desgracia de que confluya cualquier fatalidad, nos vamos para el otro barrio.


Adoración Ferreira Carretero, mi tía, perdía la vida después de una lucha personal increíble, en el Clínico de Salamanca, donde nos hizo soñar permanentemente con el milagro.


Más que loar su recuerdo, ella exige estas letras, que portan el intento de conmover conciencias políticas y administrativas, que dicten lo que debe ser de obligado cumplimiento para las cabezas huecas que, por incapacidad mental, son incapaces de discernir la compasión humana.


La reflexión final que debemos hacernos, es que en casos de esta magnitud no bastan las buenas intenciones, que suelen caer en saco roto si un eslabón de la cadena social se malogra por los óxidos antojadizos que crecen en los insensatos.


-Cómo pagarle a esta mujer lo que le debemos cuando fue nuestro único socorro, tantas veces. Cómo no vamos a sentir su pérdida…


Que sean estas palabras, dichas por una anciana en el entierro de mi tía, el homenaje que se merece. El de su permanencia en nuestro recuerdo imborrable, desde el cariño la anexa para siempre a las páginas más sensibles de nuestro corazón familiar dolorido.


Publicado en el diario El Adelanto de Salamanca 28.01.10

1 comentario:

  1. Es muy duro volver a leer las palabras de ferreiracunquero. Deseo que nunca más se vuelva a repetir una situación similar, para que a nadie le pueda suceder lo que le sucedió a mi madre.

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