17 de septiembre de 2009

INTERMINABLE PESADILLA


J. M. Ferreira Cunquero


Me era difícil entender cómo cierto amigo, siendo socialista, criticaba a Zapatero cuando éste apenas llevaba unos meses habitando la Moncloa. Menos aún comprendía cuando me daba, en cierto modo, leña por mis artículos, llenos de comprensión hacia el nuevo gobierno que estrenaba, como antídoto a la era Aznar, el bondadoso gesto del “buen talante”.
A este amigo, que sigue mirando con lupa mis letras, le profeso la máxima consideración por su lucha como sindicalista de la UGT, donde brillara, en tiempos complicados, como gran negociador de convenios al más alto nivel ministerial.
Este palentino, que hoy ejerce de abuelo con espíritu juvenil, sustituyó la brega sindical por una entrega absoluta al voluntariado que se encarga de atender a enfermos de cáncer en fase terminal, desde una loable entrega humanitaria. Un tipo peculiar que puede servirnos como ejemplo en esta sociedad del individualismo más afianzado.
Ahora me tira en cara continuamente que he tardado mucho en descubrir lo que él tuvo claro ante los primeros discursos amables, pero sin sustancia, de este gobierno especializado en dar golpes de efecto promocionales. Clara intención propagandística que viene sustentando, desde hace tiempo, el objetivo de arañar votos que resarzan este afán propagador del populismo.
Que se le dé una ayuda económica a quienes realmente están cruzando por estos desiertos de la necesidad que nos cercan, no sólo me parece correcto, sino justo e inexcusable. Que este pastamen salga de los impuestos que hemos de sufragar, como coparticipes del tinglado…, nada que objetar. Ser contribuyentes solidarios en estos momentos, cuando hay que paliar carencias en quienes sufren el amargo trance del paro, se me antoja un deber que no debería admitir discusión alguna, si no fuera por los irritantes deslices de quien, una y otra vez, nos come la mollera tomándonos el pelo.
El principio solidario que airea el ejecutivo para inyectar partidas económicas que disminuyan el espeluznante problema del desempleo, nos hace recobrar algunos matices que rechinan en nuestras cansadas y cortas entendederas.
Y es que, escarbando en la memoria más reciente de nuestras vidas, nos encontramos con aquel ZP que pregonaba, con resonante palabrería, aquella desaceleración económica, que ya nos sonaba a cachondeo o a humareda disipadora de los escollos electoralistas de la última campaña. La palabra crisis fue borrada del diccionario socialista español de un plumazo. Baste recordar cómo se examinaban los discursos de ZP, esperando un gazapo o una rendición lingüística ante la evidencia de que todos, menos él y sus colegas, sentíamos la puñetera realidad como un pellizco a pie de calle. Para qué recordar las ceremoniosas comparecencias de ZP vendiéndonos todo tipo de milongas, mientras la ministrería sacaba pecho, asegurando que, en los más prestigiosos foros internacionales, daba pura envidia la feliz situación económica que aquí vivíamos.
Pero de la noche a la mañana, el contexto actual nos puso la guinda en el pastel de la crisis, y con vaselina dialéctica se intentó colarnos el enésimo supositorio tranquilizador que nos hacía saber -fíjate tú- que nuestro sufrimiento brotaba de una hecatombe mundial repentina.
Aunque haya algo de esto en el fondo, Solbes abandona la barcaza del descalabro y la prensa, incluida la más cercana al calor familiar socialista, denuncia ya sin paliativos la empecinada imprudencia de un ZP que se empeña en seguir golpeando obstinadamente sobre el yunque de la impotencia con la maza de los remiendos.
Y así llegamos a un plan “E” que, buscando por encima de todo menguar los escalofriantes datos del paro, ha propiciado la aparición de esa pimienta de la chapuza nacional que, por ser como somos, sazona el ambiente en cuanto nos percatamos que, sin control del gasto, nos podemos permitir el lujo de cualquier desliz.
Mientras la Comisión Europea nos sitúa en el furgón de cola del convoy de la recuperación, los altavoces del aparato propagandístico, con aires de solvencia anunciarán, lo doy por seguro, que estamos otra vez en vísperas de fiesta. Vamos… a dos pasos de vencer esta interminable pesadilla.

Publicado en el diario El Adelanto de Salamanca 17.09.09

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