13 de noviembre de 2008

Éxodo de la esperanza

J M Ferreira Cunquero Escritor


Por fin este alegrón internacional nos ha proporcionado estos días un regodeo de carácter general inigualable. Todo porque ha llegado al poder un negro, que en el fondo no es tan negro, si consideramos lo que significa ser afroamericano en los EEUU. Por otro lado, reconozco que es mejor este signo de esperanza que despierta el nuevo discurso del presidente electo, que la pesadilla mundial que hemos vivido con el último amo y señor de la tierra. Lo importante es que semejante individuo, por el bien de todos, se vaya de una puñetera vez y olvidemos con prontitud la dispensa que le asiste para no rendir cuentas por sus siniestros caprichos presidenciales. Los conflictos que derraman sangre inocente, por medio de guerras incalificables, siguen siendo, más que permitidos, olvidados, si estos se desarrollan en los estériles territorios del infortunio, donde no emanan perfumes de oro negro o materia prima selecta. A parte están los monstruos con sueños de grandeza que, aflorando como empedernidos salvapatrias, son alimentados por el capital o las grandes naciones, que juegan en los despachos siniestros al tenebroso monopoly de la muerte. Esperemos que Barack Obama, más allá de los asuntos económicos que en estas fechas acaparan todo el interés, esté capacitado para infundir otros rumbos a la mediocre actuación internacional que viene dándose por sistema, frente al atropello que sufren los derechos humanos en diversos lugares del mundo. En la mayoría de las ocasiones, la distancia nos rompe el rasgo sensible que debería provocar la contundente rebelión que proclame nuestro compromiso con la conquista y el respeto de los derechos humanos. Nuestra voz habría de taladrar los muros y las fronteras que nos separan de las enmoquetadas oficinas gubernamentales, donde se distribuye la fortuna que acicala la buena suerte de los elegidos.A parte de este descaro incalificable de la bandurria internacional, los hambrientos y pueblos miserables de la tierra, sucumben ante los conflictos violentos de cierta importancia; soportan la sutil adversidad de cómo, la organización de las naciones más desunidas de la tierra, por coincidente, reincidente y adecuada casualidad, sufre la crónica sordera que la inhabilita para oír el permanente grito del ocaso existencial que crece como flor marchita al sur del planeta. Lo peor es tener esa impresión de que la ONU sirve únicamente como rebotica para que las grandes potencias mundiales guarden la mercancía de sus intereses.Mientras tanto ahí tenemos la guerra del Congo. Un país que, después de sus elecciones democráticas, está padeciendo una de las más intolerables y sospechosas acometidas que huelen a cierto tufillo con interferencia vecinal. La guerrilla de Nkunda pisotea los derechos humanos desde hace tiempo, mientras en este hangar de la fortuna momentánea que nos alimenta el ego materialista, el Congo nos suena a terreno interplanetario, que debe perderse, como una anécdota, en el confín de nuestros olvidos. Lo dramático es que cientos de miles de personas vuelven a reescribir el nuevo éxodo africano que estampa su rúbrica de vergüenza sobre la piel consumista de nuestro mundo. La pregunta que deberíamos hacernos es ¿de dónde salen los apoyos que proporcionan las armas a los guerrilleros? y ¿qué intereses cohabitan en el fondo de este conflicto tan repugnantemente luctuoso?Así, una vez más una tierra fecunda produce en el tercer mundo la tumoración de la indigencia migratoria, gracias a los desalmados y oportunistas cuatreros que, para conseguir el botín de sus ambiciones, siembran, a través de secuaces sedientos de venganza, la muerte como nimio daño colateral. Eso sí, la ONU -fíjate tú- está luchando, a estas alturas, para que se abran corredores que posibiliten la ayuda humanitaria a los damnificados. La investigación, la ayuda y el compromiso con el estado democrático de aquella república africana, para qué engañarnos, es otra cosa. Es bueno saber que el más importante productor de coltan a escala mundial es la República Democrática del Congo. Más curioso es descubrir que el preciado mineral es oro puro para las multinacionales de la informática y la telefonía.

Publicado en el diario El Adelanto de Salamanca 13.11.08

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