30 de noviembre de 2008

TV DE CASQUERÍA


Cuando salgo a tender la colada inspecciono entre cristales el terreno para no coincidir con la Tori pues, como nunca tiene prisa, te absorbe con sus mañas metiéndote en mil enredos, de tal forma que se te secan los gayumbos sin necesidad de usar pinzas en las manos. La moza, que es una auténtica niña pija venida a menos, solo tiene la tarea de darle alpiste al canario y lucir la figura que, embutida en estrechos modelitos, por su delgadez, recuerda una escuálida salchicha en movimiento.
La Tori es una experta en programas bodrio-desperdicio, y a cuenta de ello nos relata los intríngulis de casquería humana que emponzoñan en cualquier horario las distintas televisiones.
A la Tori la dejó el novio de toda la vida cuando olió que lo enredaba en el bodorrio. La Tori, en vez de sufrir por la ruptura, se lo pasó bomba contándonos a todos cómo era de memo el gachó afinándole las cuerdas del violín y otras lindezas que mejor dejo en el olvido. Nos espetaba que no se había pillado la depre gracias a la televisión y a esos programas zafios que le sirvieron, según ella, para contar con maestría a toda la vecindad su vida en episodios. Luego apostilla que no habrá cobrado como la Belén Esteban, pero que no tiene precio lo que se ha reído recordando al bobarras de su pretendiente.
Hace unos días me la encontré en el super con el carro a tope de la guarnición precisa para ver fútbol o bazofia tele maratón de muchas horas. Como me dio el pasmo al ver tanto litro de cerveza y otras pócimas para mezclas de bestiales pelotazos, la Tori me hizo saber que no puede uno separarse de la tele estos días, ya que se espera un espectacular acontecimiento. Insistió en que, si copiase su pasota filosofía, me olvidaría de la crisis, y de toda la mala baba que nos hacen verter quienes mueven los hilos del guiñol, que juega con nosotros a redescubrirnos continuamente el hedor de las cuatro españas.
A pie de calle, y cargado con sus bolsas como un gilipuertas, me explicó que iba a ser emocionante ver en exclusiva al chico de la Pantoja que, , según ella, había estado en el trullo por bueno y confiado, y que lo había fichado una cadena por más dinero de lo que vale un chalet con coche, para que cuente sus desventuras en directo. Para la Tori parece ser vital descubrir los entresijos y las movidas del presidiario ex-alcalde marbellí.
Ya en la puerta de casa, y con los dedos entumecidos de agarrar tanto tiempo la manilla, la Tori me comentó con todo lujo de detalles, mientras se le encendían los ojos de emoción, lo que había dicho el novio randa de Falete y de cómo el cantante estaba hundido en la miseria de un sorprendente desamor cinematográfico.
Cuando nos despedimos, volví a caer en la cuenta, una vez más, que la carnaza televisiva se debe a las audiencias millonarias que mantienen el vergonzoso tinglado donde, por cuatro céntimos, se vende la vida y lo que venga. Así, todo tipo de personajes, más propios de ficción que de la realidad, aunque hagan su agosto, se convierten en monigotes de un circo que, por mover descomunales fortunas, a nadie le interesa que clausure sus actuaciones en el pobre ferial de la miseria. Es falso que exista una pluralidad de cadenas para que tengamos una democrática libertad electiva, pues lo cierto es que somos presidiarios de nauseabundas programaciones bien estudiadas.
Más escandaloso aún es comprobar cómo se ofrece cantidad de mierda en horarios infantiles, y cómo coexisten inmundas televisiones para atracar, con todo tipo de falsos y tracaleros videntes, a gente solitaria que, como fáciles piezas, caen en estas trampas de la ilusión vaporosa mientras, quienes deben acotar esta bazofia legislando, se deleitan cual auténticos pasmaos en el más grandilocuente paisaje de sus caprichos.
Lo siento por la Tori, pero así nos luce el pelo.

Publicado en el diario El Adelanto de Salamanca, el 20.11.08

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