24 de febrero de 2008

PARAFERNALIA ELECTORAL

PARAFERNALIA ELECTORAL

J. M. Ferreira Cunquero

Esta campaña electoral, que comenzó inmediatamente después del 11M con el triunfo de ZP, da ahora invitaciones, como clausura de su recorrido, para la rifa del gran cajón sorpresa que tendrá lugar -Dios mediante- el 9M de forma pública ante todos.

Ahora seguramente no interese mucho tocar ciertas dulzainas que han venido acompañando el estribillo de la ilegitimidad de este gobierno, que llegó al poder, según ellas, con el voto -fíjate tú- de un gentío escasamente preparado. Y es que la verdad, para algunos de estos avezados analistas, el derecho al voto sólo deberían ejercerlo quienes hayan pasado por la universidad o, en su defecto, el valor de la papeleta de tan dignos electores tendría que ser equiparado al valor de las de cincuenta currantes de la construcción, por dar alguna referencia. Pero claro, ahora hay que guardar las formas, para que no le dé por desmadrarse al personal, y se meta de repente en balances que reabran la memoria histórica más reciente de todas estas lindezas que han venido largándose con demasiada alegría -se dice pronto- durante cuatro años.

La lengua, en determinados momentos, se fue de jarana, con tanta premura, que es mejor olvidar, para seguir avanzando por este sendero democrático, que destapa con cierta intensidad esas incongruencias que de vez en cuando preparan la bulla en el teatro de la comedia nacional.

Lo preocupante no son ya las movidas de ciertos ministros, que equivocados o no, pueden entrar dentro del complicado juego gubernamental, sino esos cauces de información que filtran continuamente detalles sobre asuntos que nunca deberían ponerse sobre la camilla del insufrible marujeo popular. En esto, tanto el PSOE como el PP son responsables de una actitud propia de países tercermundistas. Hay temas, como el terrorismo, la seguridad nacional o la justicia, que no deberían ser tratados de forma tan ligera en esos momentos, en que da la impresión de que el Estado es una finca sin vallas, donde unos cuantos tienen el privilegio de sembrar a su antojo la cosecha.

Y pasando, como lo voy a hacer a partir de ahora, de la que viene siendo eterna campaña política, no puedo por menos que rectificar mis primeras impresiones sobre el que imaginaba tedioso camino hacia los primeros días de marzo. Me equivoqué. Lo reconozco. La cosa se anima, de tal manera que un servidor entra en trance cada día con esta hartada de promesas, que nos van a solucionar de golpe el porvenir inesperado de un sueño. Que unos ofrecen superar el record olímpico del disparate, pues en la siguiente concentración de partidarios, los otros elevan en diez metros la intentona.

Si me diera por escoger una papeleta electoral de la marca bipartidista, lo tendría muy crudo. Es que no sé, por un lado el PP me promete un trabajo para el zagal, que a estas alturas ya va siendo hora de que encuentre un curre, pero por otro, según acaba de informarme Gorgonia, la vecina del sexto (muy del PSOE ella), Zapatero ha prometido cuatrocientos eurazos -que no es broma- para que las muchedumbres puedan darse un capricho veraniego.

Con estas bagatelas propias de charlatanes, los que deben estar frotándose las manos son los nacionalistas. Estos sí que son inteligentes a la hora de segar el trigo, mientras la mayoría parlamentaria -qué pena- sigue pelando el pavo bajo el difuso encinar partidista.

Publicado en el diario El Adelanto de Salamanca 31.01.08

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