1 de noviembre de 2007

TELA MARINERA

Puiblicado en el diario El Adelanto de Salamanca el 04.10.07



J. M. Ferreira Cunquero


Son las seis de la mañana. En la COPE Jiménez Losantos me recuerda la guerra de los mundos en plan pitorreo. Aunque su adaptación al escenario patrio cañí no le llegue ni al tobillo de Wels, estimula, con dispensa episcopal incluida (tiene coña el asunto), a su millonaria audiencia. España se rompe. Todo es negro como una cueva. Los nacionalistas exigen que los militares no juren la bandera española. Por otro lado el famoso locutor, ataca -¡qué sorpresa!- a Rajoy por inocuo y blandengue. El líder del PP, según la superestrella del madrugón mañanero, tiene que ser más duro, es decir, más derechoso, como alguno de sus cercanos camaradas de travesía.

Según Jiménez Losantos, España está rasgada por las uñas de las hordas nacionalistas, que exprimen las tontadas de un mediocre ZP, que pierde fuelle para sacarnos de este fiasco.

Con el susto que tengo encima, antes de salir de casa recuerdo que mi amigo Arsenio, el cartero de los Villares, heredó de su padre un cañón que se trajo de la guerra, porque según dice él con cierta ironía, le faltaba el agujero. Tengo que pedírselo por si acaso he de defenderme de ese enemigo invisible, que de momento sólo ven los muy ilustres visionarios de siempre.

De tanta hartura apocalíptica me paso a la SER. El Presidente del Constitucional ha ladeado el alto estamento que representa, usando su voto de calidad, hacia el conservadurismo. Francino no para de recordar machaconamente la fatalidad que puede darse, si ahora prosperan los recursos presentados por el PP contra la ley de matrimonios homosexuales o el Estatuto de Cataluña. Vamos, que si por un lado se raja España, por el otro nos dicen que puede caerse en el precipicio conservador más repugnante.

¡Tiene guasa el asunto! Que a estas alturas de nuestra democracia se nos diga tan a las claras que el organismo judicial que dirime cuestiones constitucionales pierde aceite por la derecha o la izquierda, es para apagar la barraca y dejar de una puñetera vez a oscuras el baile. Es de traca. Según qué jueces formen el alto tribunal, sabemos de antemano cuál va a ser su veredicto. Pero, ¿y la ética?, ¿y la justicia?

Los intereses partidistas se anteponen a la independencia judicial, que debe protegernos de los caprichosos vaivenes que surgen de políticas cada vez más alejadas de los problemas reales del ciudadano. Cuando se nombran magistrados hogareños con ideas afines, se amasa la “churranga” del insoportable bipartidismo, que pringa en el disparate nacional el argumento evangelizador que marcan sus altos representantes.

Al final me quedo como siempre, con la tertulia de Luis del Olmo. Al menos, en la gran mesa de ese salón radiofónico, se tocan estas temáticas con distintos puntos de vista, logrando que se manifieste el ejercicio democrático, que ayuda a razonar lejos de esas homilías aleccionadoras, que presagian que dentro de cuatro días andaremos de nuevo a garrotazos.

Mientras disfruto leyendo El Adelanto, caigo en la cuenta de que, tras los cristales, la gente pasea con pasmosa tranquilidad. Todo sigue en su sitio y nadie nota, por el momento, que el país se desquebraje. Vamos, que el ciudadano, entre la subida de las hipotecas, el precio de los libros de texto y hacer cuentas para llegar a fin de mes, no está para degustar otras milongas…

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