21 de julio de 2006

Tormentas de verano

Publicado en el diario El Adelanto 17.07.06
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J. M. Ferreira Cunquero*

Como todos los años en cuanto atiza Lorenzo la fogata, nos acordamos de lo fresquitos que por estos pagos se pasa el invierno. Y es que, además, como valor añadido, la solana, cuando pega duro, suele resecar las vías sanguíneas de tal forma que las seseras sufren ciertas metamorfosis, reconvirtiéndose en vulgares máquinas de parir bobadas.
La crispación sigue incongruentemente marcando rumbos y encontronazos entre los dos gallineros de la política más representativa de esta piel de toro que no acaba de curtirse como Dios manda.
Regresa Garzón en medio de una extraña rechifla que intenta situarlo cerca de los intereses más oscuros del gobierno. Vamos que, el juez vuelve, según algunos, para pasarse la justicia por el sobaco de sus caprichos.
Cabe preguntarse cuándo suscitarán las grandes temáticas del estado un interés general, que vaya más allá de ese oportunismo que sólo existe pensando en votos y prebendas.
Así va la tinaja, medio vacía, medio llena, en función de lo que leamos o escuchemos, que para eso están los predicadores, eso sí de todo tipo y pelaje, condimentándonos, con el entretenimiento superficial, los intermedios cinematográficos de nuestras vidas.
Y si sobraba incongruencia en el gran tazón de nuestras discordias, los grandes señores del aire convocan una huelga en plena campaña vacacional, carcomiendo la paciencia de quienes realmente hacen posible, con su dinero, que vuelen los aviones. Esa élite de currantes uniformados,
-tiene narices la cosa- con sueldos de presidente de país ricachón, son capaces de paralizar en los aeropuertos, defendiendo sus personalísimos intereses, todo tipo de expectativas, condenando a miles de ciudadanos a sufrir un ataque de ansiedad que no tiene precio ni justificación alguna. Algo habrá que hacer -digo yo- para defenderse de estos ataques a los derechos básicos de la colectividad.
Y como el verano sacude a lo bestia cuando se pone tontorrón, van los parlamentarios y se aprueban una subida de sus pensiones, frente al sistema cicatero que mide y valora con lupa las esperanzas del resto de jubilados. Puestos ya a regar el jardín, sigue la insistencia investigadora periodística de El Mundo (con todo derecho, ¡faltaría más!) sobre el 11 M, tratando de abrir algunas páginas cerradas de aquel suceso inolvidable, que sustenta un argumento con ciertas incógnitas novelescas, de las que no se separa el PP, por si acaso la función concluyese de pronto en la Moncloa.
La negociación con ETA sigue fabricando, en estos días calientes, la gran piscina de las desavenencias y un virus amnésico busca trillarnos la memoria, para que olvidemos que otros lograron arrimarse a los terroristas en tiempos cercanos al vil crimen de Miguel Ángel Blanco, mientras que a este gobierno se le monta la bulla, precisamente con la recuperación de aquel repugnante asesinato como bandera.
Por otro lado, es verdad que se nos entumece el flujo sanguíneo, cuando hemos de enjuagar la palabra comprensión, con esas coces que dieron en la urna judicial, sin ningún tipo de arrepentimiento, los etarras. Es duro, muy duro, adaptarnos a una situación que nos divide, pero erradicar el terror que derrama injustamente la vida de un hombre merece un nuevo esfuerzo, el mismo que llevaron a cabo los anteriores ejecutivos o el idéntico que intentarán quienes sucedan a Zapatero, si, en esta oportunidad, tampoco se consiguen los resultados que se buscan.
Por todas estas cosas, tengo la impresión de que este verano va a dejar demasiados rescoldos calientes para la otoñada, que llegará, según el parte meteorológico de la política previsible, con grandes e intensos vientos que sacudirán los sauces más llorones de la política, buscando que la hojarasca penetre en el zurrón preelectoral que hemos de abrir en marzo.




* escritor

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