2 de junio de 2006

Hoy lunes, Domingo en Madrid

(Publicado en El Adelanto de Salamanca, 29.05.06)

J. M. Ferreira Cunquero*

Hoy Domingo y Javier en Madrid tornarán al esperanzado sueño reincidente cuando escondan su rostro tras el capote y, apretando el mentón sobre el burladero, esperen que brote la nobleza más brava de ese chiquero que porta la llave grandiosa del ansiado destino.
Hoy puede ser uno de los días importantes para fijar el camino de una carrera ambiciosa y realista, que va diseñando, a fuerza de un ansia indiscutible por triunfar en el difícil mundo del toro, nuestro Domingo López Chaves.
Queda muy lejos aquel primer novillo en Buenamadre, aquel Lunes de Aguas, que se inscribe en la memoria como el comienzo de un afán contagioso, que nadie entiende y descifra mejor que sus entusiastas seguidores ledesminos. Luego aquella primera aparición de Chaves en nuestra feria septembrina fue premonitoria, digna de ser recordada en estos instantes en que el diestro ha logrado afianzar la inscripción de su nombre en los cosos más importantes del panorama taurino. De aquella tarde La Glorieta guarda el sabor de un chaval de la tierra, que llegaba con el hambre del toro en la sangre. Las marcadas carencias de oficio, el lógico estado nervioso de quien principia mostrándose en esta plaza, que suele ser poco amable y, en tantas ocasiones, injusto y exigente lugar con los suyos, no taparon la arrogancia, ni esa valentía que sólo está tocada por el marchamo de la verdad en quien ha nacido para ser torero por encima de todo. Y junto a él Javier Valverde, otro torero de la charrería, que viene desbrozando caminos desde la nada, a base de pundonor y un empeño viciado por la esperanza segura que habilita los triunfos.
Los matadores salmantinos han de citarse este atardecer, especialmente prometedor en Las Ventas, con dos de los conceptos básicos y fundamentales del toreo que, representando ortodoxia y una ciega valentía, pueden volver a mostrase como una de las fórmulas necesarias para erradicar la crisis galopante e incierta que sufre la fiesta del toro.
Valverde a buen seguro especulará en sus deseos más profundos con la necesidad de un toro que le permita desarrollar esa actitud creadora de artista cuando simule, en el redondel arenoso que es lienzo, los oleos templados, que trazan indescriptibles figuras en uniforme simbiosis con el toro que acecha, corneando capotes de viento en los encinares del campo. Domingo querrá ese astado inacabablemente retador, cenit de raza y fiereza, que rasgue el más secular de los miedos en el corazón de la tarde; exhibir en el Olimpo circular de la fiesta la valentía sorda que mide distancias y quiebros templados, que dejan la firma de Chaves cuando el toro difícil complica en Madrid el colofón de la suerte.
Maldita sea la hora en que rechacé aquella entrada que pudo hacerme testigo de lo que hoy, en Las Ventas, auguro que puede acaecer. Mis dos toreros paseando tras el rumor de la gloria, que espera, con exigente justicia en Madrid, abrirles la puerta grande de los deseos que fraguan y dan consistencia, para seguir en la lucha, fabricando las tintas que inscriben, con sangre y dolor en los carteles del tiempo, a quienes logran ser respetados como indiscutibles figuras de la tauromaquia española.
Desconozco si salen autocares desde nuestra ciudad siguiendo a Javier Valverde. En los que han de regresar a Ledesma, quiera Dios que la emoción incontenible exija, en el recodo de la memoria más densa, escoger un lugar preferente que pueda explicar, en lo más sagrado del recuerdo, la fortuna de haber comparecido en una de las tardes mágicas e imposibles que a veces, por San Isidro, se incrustan en las inolvidables páginas de la historia taurina. Suerte maestros y salud, mucha salud para seguir peleando…

* escritor

No hay comentarios:

Publicar un comentario