19 de enero de 2024

LA TERTULIA

  

Artículos periodísticos



 19.01.2024

Ando estos días divagando sobre cómo formar una asociación cultural, que se salte a la torera todos los trámites burocráticos que pueden suscitarse a la hora de formalizar estos grupos altruistas. Pasar de formularios y estatutos, saboreando el riesgo de que algún “pelanas” obsesivo nos denuncie por no haber registrado nuestro nombre como es menester en los organismos oficiales pertinentes, o por no dar cuenta de quienes dirigen el cotarro o el proyecto de intenciones que se pretenden alcanzar.

¿Cómo decir que nuestra actividad más intensa sería la de poner a caldo a quien nos plazca? ¿Cómo argumentar que formaríamos una tertulia sin límites ni prejuicios a la hora expresar nuestro promiscuo deseo de chanzas y jolgorio?

Nuestras reuniones serían un simple avituallamiento para seguir tirando con cierta dignidad, en estos días tan confusos, finalizando la semana. Por eso nos declararemos a conciencia unos clandestinos irreverentes proclamando nuestro derecho a no dar cuenta a nadie del trajín que nos montemos, cuando el vino moderadamente nos ubique en ese mundo bucólico que puede proclamar a veces cualquier asunto libertario.

No nos iría el papeleo ni esos sellos oficiales color azulado “falangista”, ni tendríamos intención alguna de amparar en estrictas legalidades lo que puede conseguirse de sobra -a Dios gracias- en este estado de derecho. Incluso el virus tertuliano nos motivaría cada vez con más impulso a valorar la humana actitud incongruente de tantos amigos que vedadamente suplen con fervor a nuestros más encarnizados enemigos. Pero para eso estaría la risa, el caldo de Rueda en una dosis justa, fabricándonos milagros y jolgorios que misteriosamente, estoy seguro, nos desenredarían la palabra.

Por reírnos nos reiríamos incluso de nuestra sombra “pendeja” cuando se ofusca ansiando perderse en los azabaches nocturnos que prodiga la ciudad a deshoras por las calles, y cuando terco el silencio taconea en el tablao dorado de estas piedras.

Seríamos tan radicalmente contrarios a la norma que, saltándonos los horarios y rompiendo las estrictas fechas que pudieran empujarnos a reunirnos, lograríamos por fin hacer algo diferente.

Para que nadie pudiera inventarse el dominio o el ansia de romper por una miaja de cargo la estructura, rechazaríamos nombramientos y todos los galones que por ahí andan atolondrando de tal forma al personal, que hasta miedo me produce reconocer esta andadura irreverente con la ley, cuando hay mentecatos que amenazan en la sombra, eso sí, como gallinas, inventándose “chiripitiflaúticas” rutas del derecho.

Hacen falta nuevas organizaciones, que aticen el puchero contestatario que apacigua sobre la leña bobalicona esa montonera de políticos, que viven para conseguir que la temporalidad de sus cargos se convierta en perpetuo sostén de sus caprichos.

Nuestra asociación prohibiría la entrada a quien busque asomar por encima del cuello la cabeza o a quien intente vender la mercancía personal pretendiendo ir hacia la gloria. Que ya estamos hartos de tanto medrador incompetente y de tanta ralladura pelotera en torno a quienes ostentan de momento el poder en estos días y de esos tracaleros que presumen de haber hecho un curso de izquierdismo en un despacho.      

En mi deseo está que se afilie un buen tertuliano que pueda recordar mejor que nadie al irónico Quevedo, y algún otro que lograra ridiculizar al sabiondo Espasa diccionario, para poder decir que en esta Salamanca el saber afamado de su nombre aún sigue, aunque en contadas molleras, cabalgando.

Nuestra tertulia, -ya digo- cualquier día de estos, cuando nos venga en gana…

Publicado en El Adelanto de Salamanca, el 1 de  febrero de 2007, en mi columna, "El cajón de los ruidos".

 

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