He cogido la manía de observar a la Petri parapetado tras las cortinas del estudio para ver cómo, en la terraza de enfrente, le pega lingotazos al brebaje que ella denomina milagroso reconstituyente.
Vigilándola con más detalle a través del catalejo, he tratado de averiguar qué libro se trae entre manos, pues mientras lee y le da a la tragadera, no para de reírse.
La otra noche, la Petri, presa de un complaciente frenesí, se puso a
charlar a voces con su gato, de tal forma que el foro vecinal regresó a
las ventanas, como en aquellos cercanos días que pasamos entre aplausos y
cazuelas... Leer más en https://lacronicadesalamanca.com/275084-entre-ventanas-iv/
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