Publicado en la Gaceta de Salamanca –
30.05.19
En la Prosperidad, ¿Proyecto Hombre?
J. M. Ferreira Cunquero
¡Por Dios!, ¿a quién se le ocurre poner drogadictos al lado de casa…? Por
supuesto que apoyamos a Proyecto Hombre, -¡faltaría más!-, pero lejos de nosotros, lejos de este barrio
que siente, en la mochila de su seguridad, la amenaza…; todo por nuestros
hijos…
Más o menos estos son los
argumentos de quienes todavía -parece ser-, no han caído en la cuenta, por
desconocimiento, de que las drogas circulan por las cañerías de nuestras viviendas
sin ser detectadas, simplemente porque este tipo de sustancias, no dejan huella
que identifique en rostros demacrados su imparable acometida.
En cada alta terapéutica que se
produce en Proyecto Hombre Salamanca, los familiares relatan, una y otra vez,
que necesitaron varios años para detectar la invasión mortífera de este tipo de
sustancias que asesinan a sus consumidores, después de secuestrar de forma impune
la dignidad.
Este destructivo sufrimiento lo viven quienes
creían que estaban protegidos, por pertenecer a la casta de la buena suerte o a
la que saca pecho disfrutando de una educación con pedigrí.
Pero el problema inaugura
desasosiegos infinitos, cuando, de
repente, un día caes en la cuenta de que la catástrofe ha invadido el espacio
familiar más intocable y, metido en una cuenta atrás sin retorno, buscas ayuda.
Entonces es cuando descubres que furtivamente ha penetrado, en la atalaya
familiar que creías inexpugnable, una despiadada enfermedad que nada tiene que
ver con lo que creías hasta entonces que era puro vicio.
Es curioso que Proyecto Hombre
Salamanca tenga un centro situado al lado de tres o cuatro urbanizaciones de un
prestigioso abolengo social y que jamás nadie haya protestado por haber sufrido
algún tipo de situación de convivencia reprochable. Más llama la atención que otro
centro de Proyecto Hombre, emplazado en el casco histórico de la ciudad, nunca
haya recibido una sola voz en contra.
Está claro que la algarada
vecinal contra el establecimiento de Proyecto Hombre en las Bernardas, nace y
renace simplemente desde una idea regada por el desconocimiento o, vete a
saber, si por alguna intención soterrada que no puede descifrarse.
Esta movida vecinal vocea ofensivas
falsedades que siguen madurando en una radicalidad incomprensible. En PH hay
profesionales que tienen su sueldo, como no puede ser de otra forma, cuando se
lleva a cabo una labor seria y digna para quien, fruto de su enfermedad, busca
una nueva oportunidad en la vida. Pero Proyecto Hombre Salamanca cuenta con más
de 100 voluntarios que, de forma altruista y desprendida, acompañan a los
chicos en sus asuntos personales por la ciudad o pasando la noche con ellos. Ningún
voluntario cobra ni un solo céntimo por su labor, necesaria dentro de una
estructura que sigue recibiendo elogios desde todos los puntos de España.
Ningún chico puede salir del
centro terapéutico sin acompañamiento hasta no estar próximo a esa alta terapéutica
que los devuelve a la sociedad con un cartel etéreo que dice: soy
un ser humano y merezco la pena.
Lo importante, lo trascendente es saber que en los últimos
meses, como viene haciendo desde hace 15 años, Proyecto Hombre ha reintegrado a
la sociedad a varios chavales. Hombres y mujeres de nuestro tiempo que,
sometidos a la férrea disciplina de un duro programa, lograron recobrar la
dignidad perdida. Chicos que llegan buscando, en los centros de Proyecto Hombre
Salamanca, un salvoconducto para regresar con la frente alta a la vida.
Es tal el desatino de esta movida, que se irá cayendo por el
peso de una inconsistencia que ha tenido que recurrir al insulto o a la bajeza
moral de poner la flecha en la frente del sacerdote Manuel Muiños. Un hombre
entregado a la causa de los demás sin desmayo, reconocido con todo tipo de
distinciones. No puede tolerarse que se
intente marcar su decencia con todo tipo de injurias y mucho menos atacar por
medio de él a la Iglesia, que nada tiene que ver con Proyecto Hombre.
Sería fabuloso que el corazón y la rabia visceral diesen
paso a la cordura. Sería necesario que los vecinos movilizados, se acercasen a
conocer Proyecto Hombre, para que vieran y entendiesen que esos chicos,
valientes y necesarios, pueden ser sus hijos sus nietos o hermanos. Entonces,
quizás caerían en la cuenta de que deben ser acogidos y no expulsados de un
barrio donde doy por seguro que, no tardando mucho, demostrarán cómo ha crecido
en ellos la valía humana, después de
salir de uno de los pozos más profundos que tiene y alimenta la sociedad en la
que vivimos.
Un barrio como la Prosperidad se merece sentir cómo brota de
su corazón el abrazo de la solidaridad y la acogida hacia quienes buscan en
nosotros un pedazo de aliento…
J. M. Ferreira Cunquero
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