J. M. Ferreira Cunquero
Si no conociera al artista que ha hecho posible que vuelva a sobrecogerme
de forma tan especial, creería con total convencimiento que alguna trampa
encubierta con pericia, estaría cobijando el impresionante espectáculo visual,
que de nuevo nos muestra, en la Sala de Exposiciones de San Eloy, el pintor
salmantino Ángel Luis Iglesias.
Ya, en el año 2013 en la Sala
de Santo Domingo y en La Salina, con aquella exposición titulada
"Encontacto" nos sorprendía gratamente con el influjo de una evidente
madurez artística, cuando nos mostraba su primer y gran acercamiento al difícil
y complicado cosmos del retrato.
“Ambos” (así
se titula la muestra actual) nos irradia la emoción de nuevo, al percatarnos de
que Ángel Luis Iglesias es uno de esos pintores dotados con el privilegio
exclusivista que ampara la creatividad en grado sumo e incontestable.
No es
difícil augurar que posiblemente estemos ante uno de los artistas con más
proyección para alcanzar ese reconocimiento, que solamente se reserva para los escasísimos
virtuosos que sustentan con autenticidad el complejo mundo del arte.
El pintor, especulando con su afán creativo, comienza sobre pequeñas
cartulinas la gran aventura que lentamente lo inmiscuye en los universos etéreos,
donde se puede encontrar la calma de las intensas búsquedas.
Es así como seguramente encuentra el camino que le obliga a adentrarse en
los grandes formatos, (como reto de lo que intuitivamente macera en bocetos) que le aguardan para recibir el impulso de su
incombustible avidez inspirativa.
Y así lentamente van surgiendo los rostros, las miradas y los gestos, como
resultado de un infatigable diálogo entre el desasosiego y la técnica que no permite
fullería alguna donde aliviarse.
El dominio sobre el enorme espacio del lienzo que se anexiona como
dificultad, valoriza la obra de Ángel Luis, mientras el óleo, las tintas o el
lapicero, van dando vida a esos personajes que nos buscan ahora, desde los
diferentes ángulos y geometrías de la sala, ansiando establecer con nosotros la
plática emocional, que consigue no dejarnos indiferentes, mientras sentimos el
aliento de su existencia habitándonos el asombro.
De forma muy acertada, el pintor ha retratado en casi doscientos cuadros
a esos artistas de Hollywood que, por pertenecer al mágico mundo del
cine, se han ido colando en nuestros entornos de tal forma, que podemos
apreciar, sin equívocos, en su magnitud, el excelente y descomunal trabajo del
artista salmantino.
Entre otros podemos admirar,
dentro de esta excepcional muestra, a Leonardo Dicaprio, Harrison Ford, Woody
Allen, Clint Eastwood, Bruce
Willis, Will Smith, Jack Nicholson, Johnny Depp, Ben
Affleck, Samuel L. Jackson, Arnold Scwarzenegger, Bradley Cooper, Hugh Jackman,
Matthew McConaughey, Sylvester Stallone o Scarlett Johansson.
Donald Sutherland nos recibe cual si
fuera su cabeza una escultura suspendida en el vacío y Sean Connery, en la primera sala, nos espera con el
atractivo e inconfundible gesto que lo mantiene sobre lo más alto del escalafón,
donde residen las inmortales estrellas del cine.
La muestra, muy bien estructurada, puede depararnos el desconcierto de la
sorpresa que se insinúa, cuando nos sentimos inmersos en la sutil atmósfera que
solo el arte es capaz de extender para envolvernos con su grandeza.
En una de las salas más espectaculares, los hijos del pintor se
constituyen en privilegiados compañeros que testifican con cierta curiosidad su
contento, al compartir cercanía con quienes en breves añadas serán sus héroes.
Y
en ese recorrido por la muestra, John Malkovich
te atrapa en sus cercos, hasta hacerte dudar si es su voz el latido que
surge del misterioso habitáculo del hiperrealismo que sobrecoge, al dejarnos
penetrar en el fuego enigmático de su mirada.
Para
que el contraste tome cuerpo por medio del dominio y la depurada técnica de Ángel Luis
Iglesias, podemos
apreciar la sorprendente sutileza, con la que la afamada modelo y actriz Tao
Okamoto se diluye en el blanquecino regazo de las trasparencias. Y es que
el blanco virginal del lienzo forma parte de la obra del pintor, al
incorporarse cual si fuera la pincelada o el trazo preciso que complementa con
naturalidad el todo.
Más de cinco mil visitantes en apenas quince días avalan esta exposición,
que será recordada como una de las más concurridas de toda la historia de tan
prestigiosa sala.
Y entre esos espectadores, debe ser destacada la gran afluencia de
jóvenes, que seguramente atraídos por esos retratos descomunales de los
personajes más influyentes del cine, pueden descubrir lo que encierra el arte
en sus aposentos cuando fluye de un pulso tan privilegiado como el de Ángel
Luis Iglesias.
Junto a los retratos de los actores ya mencionados, podemos encontrar a
otros personajes, como Antonio Banderas, el pintor Antonio López o el ex alcalde Troconiz.
Hasta el 1 de mayo San Eloy nos espera, para regalarnos lo que solo el
alma, si sabemos mirar, puede descubrir para bien de sus aposentos.
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