Pensar que
aquella ciudad ha sido derruida me sobrecoge. En Alepo no fue dificil, como en
la ciudad romana de Damasco, dar con las claves de ese aliento de antiguedad
que exhala con mimo la historia, cuando esta es parte fundamental del
trascurrir de los siglos.
Por sus
zocos, posiblemente los más extensos de todo el oriente, se regresaba a las
épocas intocables de las especias y gracias a los magnificos decorados, llenos
de sutilezas y matices podías adentrarte sin apenas esfuerzo, en los ambientes
velados de las mil y una noches. Aromas extraños de todo tipo de
inciensos te hacían suponer vivencias inescutables que encendían la
ilusión de tornar, otra vez, a los regresos. Y en lo más alto como vigía de la
urbe, la impresionante ciudadela alzaba su frente para dejar constancia del
sello de su grandeza en el pasado glorioso de los Omeyas.
Pensar que
aquellas callejuelas y recintos llenos del sabor que antaño preñó la Siria
espectacular por sus riquezas patrimoniales han sido destruidas, es para que en
lo más insondable del alma se te revuelvan las tripas hasta sentir el
repugnante asedio del odio. Más si añades a esas magicas sombras y celosías los
centenares de muertos que injustamente alzan su voz sobre la faz de aquella
bendita tierra.
Siria ya no
importa practicamente a nadie. Su grito se va apagando porque quienes
encendieron la mecha del polvorín, ya consiguieron el botín de la destrucción
que buscaban. Solo era eso, destruir otro mosquito cojonero que nos tocaba las
napias en aquella combulsa zona del planeta.
Nadie tuvo
interés en parar el embrión de la locura que fue convirtiéndose con el paso de
unos meses en la gran referencia, (asquerosa justificación humana) para toda
clase de radicalismos, sin olvidar el monton de mercenarios que llegaron desde
todas partes, contratados por siniestras mafias gubernamentales, que solo
exiten para mover los siniestros tinglados del caos y el desorden. Gente armada
por los auténticos señorones de la guerra que no son otros que los dueños del
mundo. Los mismos que liaron la madeja en Irak, Atganistan o en la churrería de
la abuela panocha.
Lo único que
interesa es que no nos preocupe que los culpables de estos genocidios una y
otra vez se salgan con la suya, porque la tierra es el feudo de sus caprichos y
nosotros, meros monigotes del gran deplorable guiñol de las estrategias.
El problema,
el lamentable y duro problema es que, miles y miles de muertos y desplazados
claman justicia desde la tierra siriaca y en los campos del exterior, cercanos
a sus fronteras, cuando nuestros orejones bien entrenados apenas escuchan ese
clamor de humanidad machacada.
Aquellos
pobre niños seguramente han vuelto a aprender la lección magistral, (dada por
los mejores catedráticos de las facultades fácticas del poder) que el odio en
ellos debe surgir como escudo protector contra quienes nacieron para
destruirles la alegría infantil, uniéndose a esa procesión de pequeños infantes
del dolor y la tristeza.
Posiblemente
Siria era un vericueto hacia Irán, un paso simple hacia el país soñado por casi
todos los que han ido subiendo sus botas de Cowboy atolondrado sobre la
mesa de los paletos. Los mismos hijos de perra que provocaron las grandes
masacres que horrorizaron al mundo en el pasado, son los que ahora, camuflados
se cobijan bajo las banderas de la libertad y la democracia, intentando
acometer, vestidos de etiqueta, las mismas salvajadas.
El ser
humano que nació accidentalmente en la tierra objeto de las disputas
petroleras, simplemente es un mero producto desechable, que debe ser reciclado
en las escombreras de la gran desvergüenza humana.
El oleoducto
nauseabundo unificado (ONU) es la mascarada gremial que aplica su sordera
convenientemente para no oír las voces que, desde diversos lugares del planeta,
exigen justicia contra algunos de los miserables que tienen incluso, la
impresionante cara dura de sentar sus orondos culos, dentro de esa organización
desorganizada.
Los
inventores de las guerras no los busquemos en los países arrasados, sino en
el patio de nuestra vecindad, donde los tipejos bien ataviados y con
chofer a la puerta de sus mansiones juegan sobre un mapa el manejo del mundo.
Publicado en Salamancartv: http://salamancartvaldia.es/not/45563/otra-pesadilla-para-el-olvido
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