J. M. Ferreira Cunquero
Foto: psicosocialsalud.blogspot
Se
acabó. Me ha dicho el siquiatra que por el bien de mi pobre equilibrio mental
no vuelva a inmiscuirme en los fétidos asuntos de la política. Y es que al
final, pese a toda la escandalera que nos recome, los cegatos partidarios
volverán a encandilarse entre banderas y, apenas suene en campaña electoral el
tatachín de sus partidos, se cuadrarán como devotos seguidores votando otra vez
a los suyos. Vamos que el pescado aquí está vendido antes de que se ponga el
cebo en los anzuelos.
Me
recalca el galeno, que olvide los jueces y a quienes los nombran en las altas
jerarquías del mamoneo, porque eso del ahora por ti y luego por mí, se ha
metido en las venas del Estado como cosa natural para que los listos, a nuestra
costa, puedan hacer carrera.
Para
vivir tranquilo no hay nada mejor que encender la tele y extasiarse con Gran
Hermano o comprobar en otros programas cómo las vísceras de la cutrería se venden en los platós por
cuatro perras. Visionar tres o cuatro veces la gala coñazo de los Goya y
comprobar cómo algunos cachondos mentales, vestidos con cuatro trapos que valen
un pastamen se ponen a dar la matraca
solidaria de postín. Ya no cuela que los gritos solo suenen dependiendo de
quien pueda estar dirigiéndonos la orquesta gubernamental en el gran escenario de
la Zarzuela.
Ahora toca la elección del
nuevo Papa, con las respectivas quinielas de favoritos y el trajín de los juntaletras por encandilar las fogatas
de la inquisición, recordando los poderes mundanos de la Iglesia; que esto de
dar caña a los curas mola un montón por el gran daño que hacen sirviendo a los
demás. Vamos que es inaguantable que el único misionero español en Siria se
esté jugando la vida por los suyos o que las monjas católicas en África se
dejen la piel por los abandonados a su suerte. Es que esa gentuza que ama de
esa forma, no merece ni el agua que bebe. Faltaría más
Publicado en el diario El Adelanto de Salamanca 22.02.13
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