3 de enero de 2010

2009 AL CARAJO, ¿2010?...



J. M. Ferreira Cunquero





Tengo el presentimiento de que esta Noche Vieja va a ser extraña.

Al precio que están las uvas me he propuesto acompañar las campanadas con suspiros y maldiciones contra este puñetero 2009, que por fin se va al carajo. Y es que la flagelación que hemos sufrido con esta añada calamitosa ha sido tan letal, que un servidor, no lo duden, danzará con gran complacencia a medida que vaya retorciéndose, agonizante en sus últimos segundos, el periodo anual referido. ¡Que se vaya con viento fresco a las bodegas de la historia, donde se pudren las amargas páginas que con sumo deseo bañamos de olvido! Vamos… que ya he propuesto celebrar esta defunción saltándome las normas tradicionales, que desde siempre obligan a que abramos el cava después del empacho frutícola que nos escoña el gaznate con los indigestos hollejos. Con cada campanada quiero expresar sin reservas todo el gozo que me quepa en el zurrón, al ir sintiendo que tan calamitoso 2009 se desvanece en la miseria avergonzado.


El sentido común me obliga a que la parafernalia prevista para este anochecer sufra las modificaciones pertinentes que contravengan la costumbre. El único problema es que intuyo que a cada golpe de reloj irá creciendo el acojono. Y es que miedo me da sentir cómo se aproxima la inauguración del nuevo año, al que recibiré huyendo, por si las moscas, de cualquier vana alegría.


Lo de comprar esperanza, chocando copas de evasión ante la realidad que nos apabulla, lo dejo para los inexpertos o bondadosos creyentes de las monsergas políticas, que por obligado cumplimiento han de acatar las normas del mamoneo que reparte las viciadas fortunas entre tanto incompetente.


No hace falta ser meteorólogo para predecir, con intención objetiva, que los nubarrones económicos seguirán llegando durante las próximas mensualidades para tocarnos las narices, mientras pierde fuelle el itinerante carromato que malogra, a causa de la realidad, nuestra paciencia.


Se vislumbra más de lo mismo: atracón de incongruencias y derroche de cohetes artificiosos, que explotarán entre colorines ansiando arropar el déficit de iniciativas que padecemos. Eso sí, la fiesta y las superficiales ofrendas de ilusión insistirán en que bailemos de alegría como método seguro para seguir vendiéndonos el maravilloso paquete de chascarrillos ilusionantes.


El problema para los grandes portavoces de fofas letanías es que el belén de la realidad tiene tal saturación de pastores en paro, que no es difícil suponer que la tragedia se nos pueda meter cualquier día en nuestros blindados corrales. Aquí corre riesgo hasta el que disfruta de una tranquilidad garantizada por solventes escrituras del pasado, pues no hay correveidile político alguno que garantice una apostólica intangibilidad mirándonos a los ojos. Menos mal que las ovejas no se espantan, montando el cabreo que podría encender el cirio que alumbrase de otra forma las pacíficas estancias de la amuermada sociedad de este tiempo; y menos mal que, quienes están viviendo este drama laboral, no se organizan lejos de las formaciones sindicales insolventes para montar la bulla que se merecen los auténticos culpables de esta crisis.


El año que comienza, aunque nos pondrá sobre la mesa de las desilusiones el mismo gazpacho insulso de proyectos, desnudará con más certeza el panorama político partidista que sólo existe para soñar con la silueta del poder.


Ya lo vemos. Los políticos se han situado en el podio del rechazo popular. Y es que mientras el PSOE derrapa por la cuesta de sus errores, el PP se emplea a fondo con el látigo crítico sin aportar nada.


Aquí lo trascendente es defender o conquistar, según el caso, las preciadas atalayas de la Moncloa. Lo demás es otra historia.

El Adelanto de Salamanca 31.12.09

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