Entre ventanas III
La Petri está tan obsesionada con el bicho pandémico que no para de hacer coladas. Vive para jodernos la siesta con el puñetero ruido de las poleas que sostienen los cordeles deshilachados, sobre los que cuelga la ropa.
No hay manera de escapar de su marcaje. El patio de la comunidad se
ha convertido para ella en exclusivo pasatiempo y su ventana es un
púlpito del que beben metódicamente un buen número de vecinos. Leer más en...La crónica de Salamanca
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