J.M.Ferreira Cunquero
Sin la tutela oportuna, debe ser casi
imposible cobijarse bajo el amparo de una buena nómina de político permanente.
Esto puede justificar ciertas tragaderas, posturas y actuaciones de las que
muchas veces de forma incomprensible son protagonistas algunos de nuestros
representantes en la cosa pública. Cuando lo humano pulula cerca de principios
e intereses, es demasiado fácil que se dé la anécdota bochornosa en quienes
tienen la obligación por mandato democrático de ser ejemplarizantes en sus
conductas. Los políticos que tienen la atadura demasiado corta al partido de
turno, por carecer de otro medio de vida que pueda sustituir el momio
poltronero, deben poner sumo cuidado en no tener la desgracia de moverse en la
foto oficial de las intolerantes mayorías. Otra cosa son los políticos (por
cierto no muy abundantes) que dejaron en excedencia un puesto de trabajo, o
aquellos otros que por cuestiones de índole personal tienen solucionado el
futuro para cuando gire la llave del poder inesperadamente en contra. El caso
es que unos y otros son imprescindiblemente necesarios para que el sistema
democrático siga cobijándonos en la historia con la dignidad que todos nos
merecemos por ser ciudadanos de este país que sigue con ansias alejándose cada
vez más de las épocas intransigentes del pasado.
Lo intolerable es esa obediencia
ridícula a los postulados internos de las ramas o familias mayoritarias, que
dentro de los partidos políticos perviven en luchas soterradamente asquerosas
por la disputa de unas migajas de poder.
Y a cuento viene recordar el pobre trato que
recibía hace escasas fechas Nicolás Redondo Terrero cuando venía a dar una
conferencia en Salamanca. En el local abarrotado, creo que el Sr. Redondo recibió
la aclamación popular a la vez que hubo de sentir –seguro- esa hospitalidad que
Cervantes ya le reconoció en tiempos pasados a esta ciudad de los oros viejos.
Lo tremendo de aquel acto fue comprobar como este añejo socialista, que tiene
amenazada su vida por defender la libertad con tesón, no fue acompañado por
ningún representante de la cúpula socialista charra. El simple miedo a estar en
una foto periodística inadecuada o la falta de lucidez mental, cultural o vaya
Ud. a saber qué otro “carajo” calificativo, hizo posible que Nicolás Redondo no
recibiese un mínimo trato de cortesía por parte de quienes se supone que
comparten al menos las mismas ideas políticas generales.
Un buen amigo socialista desde Euskadi
me confesaba sentir vergüenza ajena de que en esta ciudad llamada de la cultura
no hubiesen dado la medida sus compañeros de partido ante quien sigue
demostrando a parte de su preparación y talante, una valiente postura ante el
difícil problema vasco.
De todos modos y aún no teniendo el
calado tan demencial del comentario anterior, la gente del PP salmantina se fue
hace unos días de farra a recibir y agasajar al Presidente de la Comunidad, sin
que algún representante de la parafernalia suprema del poder local o provincial
acompañase -qué curioso- a Carlos Iturgaiz que daba una conferencia en el mismo
lugar, sobre el mismo tema y a la misma hora que Nicolás Redondo lo hiciera, ya
digo, hace unas semanas. Unos por miedo a que les pisen las uvas y otros por
sacar brillo a las hombreras del gran Jefe, han dado la pobre impresión de no
estar a la altura en cuanto a la consideración que deben recibir en esta
tierra, los hombres que luchan por la libertad arriesgando su vida en el norte
de España.
Publicado en el ABC de Castilla y León hace mil años...vigencia actual = absoluta
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