26 de julio de 2014

EN LA SOLEDAD DE LA MULTITUD


J.M.Ferreira Cunquero



 
 
          Sin la tutela oportuna, debe ser casi imposible cobijarse bajo el amparo de una buena nómina de político permanente. Esto puede justificar ciertas tragaderas, posturas y actuaciones de las que muchas veces de forma incomprensible son protagonistas algunos de nuestros representantes en la cosa pública. Cuando lo humano pulula cerca de principios e intereses, es demasiado fácil que se dé la anécdota bochornosa en quienes tienen la obligación por mandato democrático de ser ejemplarizantes en sus conductas. Los políticos que tienen la atadura demasiado corta al partido de turno, por carecer de otro medio de vida que pueda sustituir el momio poltronero, deben poner sumo cuidado en no tener la desgracia de moverse en la foto oficial de las intolerantes mayorías. Otra cosa son los políticos (por cierto no muy abundantes) que dejaron en excedencia un puesto de trabajo, o aquellos otros que por cuestiones de índole personal tienen solucionado el futuro para cuando gire la llave del poder inesperadamente en contra. El caso es que unos y otros son imprescindiblemente necesarios para que el sistema democrático siga cobijándonos en la historia con la dignidad que todos nos merecemos por ser ciudadanos de este país que sigue con ansias alejándose cada vez más de las épocas intransigentes del pasado.
          Lo intolerable es esa obediencia ridícula a los postulados internos de las ramas o familias mayoritarias, que dentro de los partidos políticos perviven en luchas soterradamente asquerosas por la disputa de unas migajas de poder.
           Y a cuento viene recordar el pobre trato que recibía hace escasas fechas Nicolás Redondo Terrero cuando venía a dar una conferencia en Salamanca. En el local abarrotado, creo que el Sr. Redondo recibió la aclamación popular a la vez que hubo de sentir –seguro- esa hospitalidad que Cervantes ya le reconoció en tiempos pasados a esta ciudad de los oros viejos. Lo tremendo de aquel acto fue comprobar como este añejo socialista, que tiene amenazada su vida por defender la libertad con tesón, no fue acompañado por ningún representante de la cúpula socialista charra. El simple miedo a estar en una foto periodística inadecuada o la falta de lucidez mental, cultural o vaya Ud. a saber qué otro “carajo” calificativo, hizo posible que Nicolás Redondo no recibiese un mínimo trato de cortesía por parte de quienes se supone que comparten al menos las mismas ideas políticas generales.
          Un buen amigo socialista desde Euskadi me confesaba sentir vergüenza ajena de que en esta ciudad llamada de la cultura no hubiesen dado la medida sus compañeros de partido ante quien sigue demostrando a parte de su preparación y talante, una valiente postura ante el difícil problema vasco.
          De todos modos y aún no teniendo el calado tan demencial del comentario anterior, la gente del PP salmantina se fue hace unos días de farra a recibir y agasajar al Presidente de la Comunidad, sin que algún representante de la parafernalia suprema del poder local o provincial acompañase -qué curioso- a Carlos Iturgaiz que daba una conferencia en el mismo lugar, sobre el mismo tema y a la misma hora que Nicolás Redondo lo hiciera, ya digo, hace unas semanas. Unos por miedo a que les pisen las uvas y otros por sacar brillo a las hombreras del gran Jefe, han dado la pobre impresión de no estar a la altura en cuanto a la consideración que deben recibir en esta tierra, los hombres que luchan por la libertad arriesgando su vida en el norte de España.
           
Publicado en el ABC de Castilla y León hace mil años...vigencia actual = absoluta

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